La naturaleza humana y su evolución, según el maestro Edward O. Wilson

“¿Son las personas buenas de manera innata, pero corruptibles por las fuerzas del mal? O por el contrario, ¿son intrínsecamente malas, y redimibles sólo por las fuerzas del bien? Las personas son ambas cosas. Y así será eternamente a no ser que cambiemos nuestros genes, porque el dilema humano estaba predestinado en la manera en que nuestra especie evolucionó, y por lo tanto constituye una parte invariable de la naturaleza humana. Los seres humanos y sus órdenes sociales son intrínsecamente imperfectos, por suerte. En un mundo en constante cambio, necesitamos la flexibilidad que solo la imperfección proporciona.

El dilema de lo bueno y lo malo fue creado por la selección multinivel, en la que la selección individual y la selección de grupo actúan juntas sobre el mismo individuo pero en gran medida cada una opuesta a la otra. La selección individual es el resultado de la competencia para la supervivencia y la reproducción entre los miembros del mismo grupo.  Modela en cada miembro instintos que son fundamentalmente egoístas en referencia a los demás miembros.  Por el contrario, la selección de grupo modela instintos que tienden a hacer que los individuos sean mutuamente altruistas (pero no con respecto a los miembros de otros grupos). La selección individual es responsable de gran parte de lo que llamamos pecado, mientras que la selección de grupo es responsable de la mayor parte de la virtud.  Juntas han creado el conflicto entre los peores y los mejores ángeles de nuestra naturaleza.

LIBRO.La conquista social de la TierraEste es un párrafo de la obra La conquista social de la Tierra, de Edward O. Wilson, editada por Debate.

Confieso haber abandonado la lectura de este libro, confieso haberlo abandonado varias veces. Especialmente tras explicaciones de biología poco digeribles sin una base más sería que la mía. No obstante, en este caso,  la perseverancia es amplia y maravillosamente recompensada.

El autor, octogenario catedrático de biología, especialista en las hormigas, refuta la teoría de la eficiencia inclusiva o del gen egoísta de Dawkins e intenta probar la mayor validez de la selección natural multinivel para una sociedad como la nuestra que ha superado los niveles de eusocialidad de  hormigas, abejas y termitas. Somos egoístas como individuos y altruistas como integrantes de grupo o tribu.

Basándose en los conocimientos sobre nuestra naturaleza animal, nuestra biología, el autor intenta ahondar en la naturaleza humana. ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Por este camino nos alumbra sobre los orígenes de la moralidad y el honor, del lenguaje, de las artes creativas, de  la música, de la religión. Siempre basándose en nuestra naturaleza animal aunque moldeada por el grupo.  Es especialmente poderoso su, digamos, manifiesto contra el negativo influjo de los poderes religiosos, aunque siempre expresado en términos especialmente respetuosos.  Y finalmente, no menos poderoso, su llamamiento a cuidar de esta planeta y su biodiversidad, abandonando quimeras de colonizar otros mundos.

Estamos ante un gran trabajo que aúna ciencia con humanidades. Sabiduría tranquila pero firme, la de Richard O. Wilson y La conquista social de la Tierra.

Jokin Aldazabal

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