Lecturas de fin de semana. Enric González, el buen periodista

Enric González (Barcelona, 1959) es uno de los grandes periodistas españoles de su generación. Ha trabajado gran parte de su vida en el diario El País y principalmente en varias corresponsalías. De sus estancias en algunos de ellas extrajo el material suficiente para publicar Historias de Londres, Historias de Roma e Historias de Nueva York, tres libros maravillosos. Además, de su estancia en Italia también surgió otro libro, Historias del calcio, en el que se recopilaron las mejores columnas que publicó los lunes en las páginas deportivas de su diario sobre el fútbol italiano y que en el fondo eran auténticas radiografías de lo que acontecía en aquel país. LIBRO.Memorias líquidasGente a la que no le gustaba para nada el fútbol, las devoraba con admiración.

Ahora Enric González ya no está en El País. Lo abandonó cuando la dirección del mismo aprobó un ERE que echaba a la calle a algunos de sus periodistas más excelsos. Aunque él no estaba en la lista decidió irse como señal de protesta, por solidaridad y por ser consecuente con sus principios éticos. Seguro que su padre, el gran escritor de novelas negras González Ledesma se habrá mostrado muy orgulloso. Memorias líquidas recrea la carrera profesional de Enric. Comienza con sus inicios en el periodismo tardofranquista y en el de la transición, en diarios de Barcelona como la Hoja del Lunes, el Correo Catalán ó el Periódico. Sigue con el salto a El País; una entrevista alucinante, breve y con suspense con el todopoderoso director del diario Juan Luis Cebrián; y una explicación de lo que el periódico supuso en la España de la Transición. Y luego comienzan los viajes: la Guerra del Golfo (donde prácticamente todo se inventaba), las corresponsalías de Londres y París, el genocidio de Ruanda y un viaje alucinante al Pacífico Sur para informar de las explosiones nucleares francesas.  Los primeros problemas con la jerarquía de El País cuando el periódico se transforma en una correa de transmisión de los intereses del grupo PRISA. Y Nueva York y Washington y el 11-S, y un encuentro con Bush… y el aznarismo y las trincheras periodísticas. Y la felicidad en Roma y los amigos muertos. Y el principio del fin del trabajo en el periódico. Y de los coletazos en Jerusalén. Y de los problemas económicos de PRISA, y de los sinvergüenzas, y del ERE, y del adiós.

Un libro de memorias increíble, maravillosamente escrito, que concluye que el periodista no debe de olvidar que “cada mesa es un Vietnam” y que debe poner su honestidad por encima de todo, porque al final uno no es nada más que un asalariado para la empresa en la que trabaja. ¡Caray, qué bueno es este hombre!

Enrique Martín

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