James Blish ó cuando la ciencia-ficción hablaba de cosas serias

No abundan los ejemplos de ciencia-ficción religiosa. Bueno, podríamos decir que no abunda la literatura relacionada con la religión. Los primeros títulos que pueden saltar a la memoria de la gente de cierta edad son aquellos escritos por Morris West hace cincuenta años: El abogado del diablo y Las sandalias del pescador. Fueron grandes éxitos pero no tuvieron continuación. Otros títulos como El cardenal ó Monseñor son best-sellers que tienen más de esto que de religiosos, podrían estar ambientados en el mundo de las petroleras. Y en cuanto a los enigmas de Dan Brown mejor dejamos el tema.

En cuanto a la ciencia-ficción, curiosamente se pueden destacar las dos narraciones que aparecían en aquel libro, El retorno de los brujos, que inventó el realismo fantástico. Los nueve mil millones de nombres de Dios de Arthur C. Clarke y un fragmento de Cántico por Leibowitz de Walter M. Miller, dos buenas muestras de esto que echamos en falta, y, por supuesto, la obra completa de Stanislaw LLIBRO.Un caso de concienciaem que, siendo polaco siempre tenía un gran componente religioso en sus escritos, como en el más famoso de sus relatos, porque fue adaptado al cómic por Carlos Giménez, aquel que contaba como un misionero estelar llegaba a un planeta de seres muy buenos y les contaba los horrores del infierno y les decía que si sufrían en esta vida después irían al paraíso por lo que los buenísimos extraterrestres, a pesar de saber que irían al infierno por sus malvados actos, le torturaban para que él pudiera ir al cielo.

En esta línea estaría la novela Un caso de conciencia (Bibliópolis) de James Blish donde se cuenta la odisea de un jesuita que es enviado, en compañía de varios científicos a un planeta que aspira a entrar en la habitual confederación galáctica. El problema para el sacerdote surge cuando descubre que los habitantes de ese mundo no conocen el concepto del pecado así que empieza a sospechar que puede tratarse de una trampa del maligno. La novela cuenta en la primera parte las características de ese mundo, las discusiones de los científicos enviados para evaluarlo y la decisión que toma el jesuita y en la segunda las consecuencias de esa decisión enfrentando de nuevo los conceptos de terrestres y aliens.

Como tantas veces la novela parte del éxito de un cuento (que en este caso corresponde a la primera parte de la novela) y suele ocurrir que la novela acostumbra a ser peor que el relato, punto que no puedo asegurar porque no conozco la versión corta, pero aún si se cumple este principio, la larga es tan buena que deberían ustedes leerla, aunque solo sea para comprobar que hace sesenta años, que es la edad que tiene el cuento, se abordaban asuntos que, ahora mismo, resultan ajenos al género. Y es que la ciencia-ficción ya no es como solía ser y ha dejado de preguntarse las cosas que se preguntaba antes. En este libro no solo encontrarán interrogantes, sino también algunas respuestas.

Félix Linares

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *