Los secretos del cerebro y las enfermedades que lo destruyen

El descubrimiento en el ratón adulto, en 1992, de células madre capaces de generar neuronas nuevas en el cerebro adulto suscitó grandes esperanzas. Sin embargo, su utilización para curar enfermedades neurológicas sigue dependiendo de una comprensión mejor de su biología íntima. No obstante, desde entonces se han dado grandes pasos. No hace tanto tiempo, se creía que el cerebro adulto era un órgano desprovisto de toda capacidad regeneradora, condenado a perder de forma inevitable sus elementos más preciosos: las neuronas. Esta visión inmovilista del órgano cerebral se vio zarandeada con fuerza por el descubrimiento de la capacidad del cerebro adulto de producir nuevas células. Hace unos cuarenta años Joseph Alman propuso por vez primera la proliferación de células nerviosas en la rata.

Las neurociencias aportan su lote incesante de datos que dan testimonio del carácter móvil y proteiforme de nuestro cerebro, órgano dinámico en equilibrio inestable. Lejos de ser inmutable, la materia del cerebro es un tejido moldeable que dispone de una capacidad fenomenal de adaptación. Bajo la acción de un aprendizaje, se producen permanentemente células nerviosas nuevas, se establecen o se refuerzan conexiones nuevas, al tiempo que otras se eliminan. Esta aptitud que posee el cerebro de reconfigurarse le permite permanecer vivo, reactivo y dispuesto a dilucidad los problemas. Precisamente, esta plasticidad es la que permite a la humanidad escapar al determinismo biológico que la relegaría a la esclavitud del pensamiento único y la que le ofrece la libertad de creación e imaginación que distingue al Homo Sapiens  de sus primos más o menos lejanos. Gracias a esta maquinaria extraordinaria, cuyos misterios comenzamos a comprender, el ser humano es el único animal que puede escapar de la dictadura de los genes y las hormonas”.

LIBRO.Un cerebro a mediaEstos son párrafos de la obra Un cerebro a medida escrita por Jean-Didier Vincent y Pierre-Marie Lledo y editada por Anagrama.

Estimados oyentes, a estas alturas del curso a un servidor le ha entrado hasta el fondo el complejo de ser el Masoquista de los Ensayos de Pompas de Papel. No es mal título pero conlleva cierto sufrimiento.  Y es que uno ha sufrido con más de una obra y ha sufrido bastante o mucho con ésta que les menciona. El primer tercio del libro se me hizo ciertamente pesado y no veía el final del túnel. Pero, como dijera Brassens sobre sus desvelos con  la pastorcita, mi paciencia se vio ampliamente recompensada.

Tras esas hojas  difíciles de pasar, se abrió un gran abanico de interesantísimas facetas relativas todas a la plasticidad de nuestro cerebro. Nuevos estudios que abren esperanzas sobre el Parkinson o el Alzheimer. Nuevos estudios que arrojan luz para la comprensión de los procesos neurobiológicos que se producen en la adolescencia, sobre la importancia básica del sentido del olfato, sobre los efectos de la meditación…Y hay más. Una gran apertura de horizontes para un futuro muy cercano, el de esta década tal vez, en que se producirán grandes avances en conexiones cerebro-máquina, en optogenética, en dopaje cerebral controlado, todo ello ayudado en gran medida por la nanobiotecnología hasta llegar tal vez al cerebro transhumano.

La duda que se nos suscita es, no obstante y dada la deriva de la sanidad pública, para quiénes serán todos esos avances. Dudas aparte, la de estos dos franceses, es una magnífica obra de divulgación sobre el cerebro y sus esperanzadoras  posibilidades para  los años inmediatos.

Jokin Aldazabal

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