Llucia Ramis, recuerdos de un pasado desconocido

Tras publicar las novelas Cosas que et passen a Barcelona quan tens 30 anys y  la exitosa Egosurfing, que recibió en 2010 el Premio Josep Pla, la escritora mallorquina Llucia Ramis regresa con Todo lo que una tarde murió con las bicicletas. Este libro nos presenta a una treintañera que, tras perder el trabajo, se ve obligada a regresar a casa de sus padres. En ese parón vivencial, la protagonista decide indagar en la historia de sus antepasados y se instala una breve temporada en el pueblo asturiano de Salinas. Allí su familia materna de origen belga adquirió unas minas, la Transmontana de Zinc, y allí se anclan numerosos recuerdos de la infancia. Pero es la propia narradora quien confiesa lo siguiente: “Saber quiénes fueron mis antepasados no cambiará mi presente ni me ofrecerá ese futuro que echo de menos. Seamos claros: esta es una huida para retrasar el mLIBRO.Todo lo que una tarde murió con las bicicletasomento en el que tendré que empezar de cero”. En cualquier caso, la autora irá recuperando retales de las vidas tanto de la rama mallorquina  de su familia como de la belga.

Concluida la lectura  tendremos la sensación de haber conocido algunos de los momentos más importantes en las vidas de los personajes que pululan por este libro y sobre todo creeremos haber intimado con la narradora. No en vano, comparte con nosotros numerosos recuerdos de la infancia, su entrada a la pubertad, sus primeros escarceos amorosos, sus primeras inquietudes morales y algún secreto que otro.  Ramis ha desarrollado un relato absolutamente verosímil, que recrea muy bien los detalles, que extrae anécdotas divertidas, recuerdos bellos o momentos difíciles y trascendentales. A través de esa primera persona del singular, Ramis amplia el cuadro y habla además  de la crisis de los 80, de las diferencias culturales y de clase, y redondea una crónica de la situación por la que ahora atraviesan los jóvenes. Recuerda cómo vio en directo el accidente del Chalenger y escribe: “A la generación de mi madre le hicieron ver que eran capaces de tocar la luna. La mía ha comprobado más de una vez cómo los sueños se estrellaban en directos.

La editorial que lo ha publicado nos presenta este trabajo como una novela a medio camino entre la crónica generacional y el libro de memorias. El relato se abre con una advertencia contundente: Esto no es una autobiografía. Sin embargo, no hay un momento en la lectura en el que no parezca que estemos ante un dietario. De hecho, el libro está estructurado con entradas más o menos breves. De todas formas, el difuso límite entre lo real y lo imaginado no resta interés a Todo lo que una tarde murió con las bicicletas. Llucia Ramis atrapa con la musicalidad de su prosa y con la originalidad de los pequeños relatos que una vez unidos dejan el regusto de las grandes historias.

Txani Rodríguez

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