Ricardo Piglia, el maestro del sur viaja al norte

No se confundan, la Ida del título es una profesora que ofrece a Emilio Renzi, el personaje habitual de los escritos de Piglia, un empleo como profesor en una universidad estadounidense para dar un curso sobre Guillermo Enrique Hudson un curioso escritor inglés nacido en Argentina. Ida y Emilio han tenido relaciones sentimentales en el pasado. Piglia ocupa unas páginas contando, con detalles de todo tipo y digresiones constantes que le permiten hablar por encima de cuestiones tan variadas como las características de la sexualidad masculina, de las dificultades idiomáticas de los escritores rusos, de las complicadas relaciones entre humanos y gatos, el reencuentro, las características del autor estudiado, los detalles de la nueva vida de Renzi, hasta que, de repente, Ida muere en un extraño accidente que parece apuntar a un acto terrorista. LIBRO.El camino de ida

Si piensan que estoy contando demasiado tendrían que echar un vistazo a la contraportada del volumen, ahí sí que no queda nada por explicar. Seguramente el editor ha pensado que la literatura de Ricardo Piglia es otra cosa, algo diferente a la narrativa, aunque aparezca en una colección que lleva ese término en su título, que no estamos desde luego ante una novela de intriga y no hay por qué guardar misterio alguno. Y tiene razón. En Piglia no interesa tanto lo que se cuenta sino las posibilidades que esto le da al autor para reflexionar sobre diferentes temas, algo como lo que hace Javier Marías, pero de manera diferente. Y está bien que así sea porque si Piglia se pusiera a escribir ensayos seguramente hablaría de bastantes menos cosas de las abordadas aquí. Un ensayo generalmente parte de una idea, a veces ni eso, y se prolonga páginas y páginas añadiendo referencias y citas para justificar que eso que el autor dice es verdad como demuestran los otros autores citados. Piglia no necesita justificar su pensamiento, lo ha incrustado en una novela, ese género que sirve para todo y que lleva mutando prácticamente desde el comienzo de su historia.

Hay otras cosas en El camino de ida tras la muerte de la profesora, pero no se lo voy a contar aunque esas cosas, insisto, son importantes en función de las posibilidades que dan al autor para que analice y piense sobre el terrorismo, por ejemplo, o sobre las cosas que la humanidad se hace a sí misma, en nombre de una serie de ideas que nos han hecho llegar y que no hemos discutido. Piglia es brillante, ameno, medido, piensa con rigor, expone con tino, se limita a marcar el camino para que el lector, si le apetece, siga por él en búsqueda de explicaciones más profundas y salta constantemente de tema como si quisiera decir que él es un autor libre, que no se sujeta ni a sus propios escritos y que todo, absolutamente todo, le interesa. Bien, pues también a nosotros nos interesa lo que escribe Ricardo Piglia, de hecho yo he leído todos sus libros y puedo asegurar que El camino de ida es uno de los mejores. Aunque tratar de establecer una clasificación en su obra es algo tonto.

Por cierto ha comenzado la reedición en bolsillo de las obras más destacadas del autor a cargo de Random House Mondadori. Ya en las librerías Respiración artificial, Plata quemada y La ciudad ausente. Todas son interesantes. Si quieren empezar por el último ahí tienen El camino de ida, si por los clásicos por los otros. Siempre acertarán.

 

Félix Linares

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