No tengo más remedio que hacerlo. Me lo pide el cuerpo y la causa lo merece. Hace exactamente un año contaba en Pompas de Papel la publicación de la primera entrega de Pepe, la serie del gran dibujante Carlos Giménez sobre la vida y obra de Pepe González, artista tan inconstante como genial que, allá por los años setenta del pasado siglo, alcanzó fama internacional con su personaje Vampirella. La serie consta de cinco álbumes, y se acaba de publicar el tercero. Una nueva muestra de la sapiencia narrativa de Carlos Giménez, capaz de rescatar del olvido la figura de una persona muerta hace cuatro años, cuya desaparición tuvo muy poco eco en los medios. Sin embargo, su recuerdo sigue vivo entre muchos colegas de profesión que le conocieron, admiraron y sufrieron a partes iguales.

En esta tercera entrega de la serie, somos testigos del triunfo como dibujante de Pepe González, de su viaje en plan estrella a Estados Unidos y de su increíble capacidad para rechazar ofertas multimillonarias por la sencilla razón de que le suponían mucho trabajo. Y es que lo del esfuerzo no iba con Pepe. A él le valía con ganar el dinero suficiente para vivir, y para poder irse de juerga todas las noches a los lugares de ambiente gay de Barcelona. Su condición homosexual, y esto también lo cuenta Carlos Giménez, le valió no pocos disgustos, incluidos robos y palizas que, por supuesto, era imposible denunciar en aquella oscura España franquista. Pero nada apagaba la luz de Pepe. Siempre era el más ingenioso, el más divertido, el que más talento tenía para dibujar, aunque su escasa capacidad de trabajo obligaba muchas veces a sus compañeros de agencia a ayudarle a terminar las páginas para poder entregarlas a tiempo. Y, claro, la relación laboral no era siempre de vino y rosas, pues la maestría de Pepe y su vagancia innata eran un insulto para otros dibujantes que sudaban tinta china, nunca mejor dicho, para conseguir un resultado mediocre.

Todo esto se cuenta en la tercera entrega de la serie, que publica la editorial Panini y que incluye, además, fotografías y dibujos de Pepe González que sus amigos y colegas guardaban como oro en paño y ahora comparten con nosotros. Pepe, un cómic fabuloso, otro más, de Carlos Giménez. Para no perdérselo.

Iñaki Calvo