Fernando Aramburu y la gran Marivián, maestría

Érase una vez un país llamado Antíbula, está por ahí, por Centroeuropa y está cerca de algún otro país que no figura en los mapas convencionales, quizá tiene frontera con los lugares imaginarios que recorrió Tintín, quizá existió realmente en un tiempo que nos es tan lejano que nos parece fantástico. Antíbula es el lugar donde Fernando Aramburu situó las andanzas de un niño en Los ojos vacíos, un libro que publicó en el año 2.000. Aquella historia transcurría en los años veinte y treinta y en ella aparecía una niña, un personaje secundario, que con el tiempo se convertiría en la gran Marivián, la superestrella de los años cuarenta, la protegida del régimen, una actriz capaz de interpretar todos los personajes de una obra teatral sin despeinarse. Cinco años más tarde Aramburu escribió Bami sin sombra que transcurría también en Antíbula pero en un tiempo difuso hacia finales del siglo XX. En esta novela se mencionaba a la gran Marivián como un mito del pasado. Solo una cita, un detalle. LIBRO.La gran MariviánTocaba ya contar la historia de Marivián y Fernando Aramburu se ha puesto a la tarea y nos ha narrado que fue de aquella niña que tras la caída de la dictadura que sojuzgaba a Antíbula en sus años mozos se convirtió en la protegida del régimen colectivista que sojuzga Antíbula en sus años de madurez.

Fernando Aramburu es bueno siempre, pero seguramente esta es la mejor novela de la trilogía, quizá porque al principio de su carrera era un poco excesivo, no tenía tomadas las distancias y las vicisitudes de aquel protagonista resultaban, por abundantes, algo premiosas. Bami sin sombra es un ejercicio más contenido pero las andanzas de la protagonista por las diferentes viviendas de un edificio acababan siendo algo repetitivas. La gran Marivián, en cambio, despliega todo el poderío de la imaginación de Aramburu que nos cuenta, por el sistema de la encuesta, ya saben como aquel periodista que buscaba el significado de la palabra Rosebud en Ciudadano Kane, la búsqueda de la verdad en la vida de esta actriz. Así el protagonista, un periodista represaliado, va investigando en torno a aquellos que conocieron a Marivián y van juntando las piezas hasta trazar una biografía completa, plausible, perfecta. La gran Marivián es también un libro más divertido que Los ojos vacíos que era terrible y agobiante y lúgubre como el sistema que mostraba, y que Bami sin sombra que es una especie de Alicia en el País de las Maravillas que igualmente es sombría y fúnebre a pesar de desarrollarse en una democracia contra la que todos los personajes, menos Bami, lanzan invectivas.

La gran Marivián  también cuenta cosas atroces, por ejemplo la eliminación de los amantes más evidentes de la protagonista por cuenta del jefe del gobierno, que recuerda a las actuales purgas y la ejecución de la antigua novia del jefe de Corea del Norte, o las difíciles circunstancias que vive la heroína tanto sobre las tablas como sobre la cama, o en sus fugas, en la frustración de sus esperanzas, o en su papel de ídolo de masas. Cada uno de los testigos que la conocieron y que vienen a dar su opinión y a hacer su retrato creará una parte del calidoscopio, todos darán su versión personal, entre todos conformarán una imagen real.

La gran Marivián   es un triunfo de la ironía sobre las circunstancias de un mundo imaginario desgraciadamente demasiado parecido al nuestro. Creo que Aramburu no debería perder de vista a Antíbula aunque aquí haya cerrado oficialmente la trilogía.

Félix Linares

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