Las miserias laborales de Amazon. Historia de un infiltrado

Sureste francés. Trabajador temporero nocturno en centro logístico  de Amazon preparando pedidos.

¡Vamos adelante! En dirección a la zona B. Recorro las largas filas de estanterías empujando mi  tote. Al cabo de dos largos minutos de marcha, me encuentro en plena zona B, allí donde mi escáner ha decidido enviarme a  picking. Entre los pasillos, los lugares de aparcar los totes están marcados en el suelo con una pegatina amarilla. Coloco el mío y recojo mi carrito. Tras una nueva mirada a la pantalla, repito para ayudar a concentrarme: “línea 133, altura B, puesto 405″… Una vez en la línea 133 avanzo hasta el puesto 405. Ya casi estoy. Aquí es. Me acuclillo a la altura B, y encuentro el bin, la casilla marcada en la pantalla de mi escáner. Un pase del lector láser y aquí se enciende la línea roja que se coloca sobre el código de barras del bin. El escáner lo acepta con un bip característico, señalando que me encuentro frente al bin solicitado. Releo el título del libro en mi pantalla. En el estante busco con los ojos el lomo de Babar, el pequeño elefante. Aquí está el libro. Compruebo que no está damage, por lo que escaneo su código de barras. Un segundo bip de aprobación suena en mi escáner. Efectivamente se trata del libro solicitado. Lo coloco en mi cestito. 

Acabo de empezar mi batch, la lista de artículos que tengo que recoger. En la pantalla aparece inmediatamente el siguiente artículo. Esta vez de se trata de una partitura de los Nocturnos de Chopin, colocada en la línea 134, altura C, puesto 412”.

LIBRO.En los dominios de AmazonEste es un fragmento de En los dominios de Amazon. Relato de un infiltrado de Jean-Baptiste Malet, publicado en Trama Editorial.

Así, cada hora, el trabajador-robot debe recoger más de cien artículos, recorriendo cada noche más de 20 kilómetros empujando su carrito. Es contratado por una empresa de trabajo temporal para realizar la campaña especial de Navidad y parece que entre ellos hay españoles de no poca formación.

El relato está hecho en primera persona pues el autor se infiltró en el centro de distribución de Amazon en el departamento de Drome, sureste francés, zona no por casualidad de alto porcentaje de paro. Sobrecoge el nivel de explotación y alienación al que puede someter a sus trabajadores esta empresa de gran tecnología, gran prestigio, grandes beneficios y bajísimos instintos y no menos bajos niveles de cotización al sistema fiscal, en este caso francés. Es una máquina de conseguir dinero, evadir impuestos y no menos grave, deshacer entre otros el tejido de establecimientos y profesionales del libro. Cada almacén de Amazon destruye cientos de librerías y mata a miles de libreros. Por tanto, si estas Navidades, tiene usted alguna buena intención, vaya a donde su librero de siempre, no compre online.

En el último número de Le Monde Diplomatique en español, encontrará otro artículo del autor donde aparecen informaciones si caben más inquietantes sobre el futuro robotizado de Amazon, por ejemplo. Por tanto,  incluso trabajar como un robot va a ser un objetivo cada vez más inalcanzable para cada vez más de entre nosotros.

Jokin Aldazabal

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