El Tocho. El Paradiso de Lezama Lima

La mano de Baldovina separó los tules de la entrada del mosquitero, hurgó apretando suavemente como si fuese una esponja y no un niño de cinco años, abrió la camiseta y contempló todo el pecho del niño lleno de ronchas, de surcos de violenta coloración, y el pecho que se abultaba y se encogía como teniendo que hacer un potente esfuerzo para alcanzar un ritmo natural.”

LIBRO.ParadisoAsí comienza Paradiso de José Lezama Lima, la mayor novela cubana del siglo XX. Publicada en 1966, Paradiso supuso la soberbia culminación de la obra de su autor: poeta, ensayista y narrador de cultura universal. Lezama tenía una visión poética del mundo, que se expresa de forma simbólica en esta singular novela de aprendizaje, en la que se nos cuentan los inicios en la vida del tímido y asmático José Cemí, apenas disfrazado alter ego del autor.

En los primeros capítulos conocemos a sus padres, el coronel José Eugenio Cemí y su fiel esposa Rialta Olaya, a los abuelos y los criados de la casa. Su tío Alberto Olaya le inicia, aún en la niñez, en los misterios de la poesía. En la escuela descubre el sexo, que de una u otra forma está siempre presente en la novela. Y ya en la universidad, las interminables charlas con sus amigos Ricardo Fronesis y Eugenio Foción, símbolos respectivamente de la sabiduría y la heterodoxia sexual, acabarán de desarrollar sus inclinaciones literarias y le darán diferentes perspectivas de la vida. La novela acaba cuando el protagonista tiene veinte años, y probablemente era solo una parte del gran proyecto de Lezama, una especie de En busca del tiempo perdido habanera, que tuvo su continuación en la inacabada novela póstuma Oppiano Licario.

Pero en realidad, los hechos concretos tienen poca importancia en Paradiso porque todo lo que se cuenta está tamizado por la subjetividad del protagonista. A través de metáforas llenas de plasticidad, Lezama consigue traducir la corriente de sensaciones, formas, olores, músicas y sabores, que pueblan la conciencia de José Cemí. Para ello utiliza un lenguaje de una riqueza y sensualidad asombrosas. Como ejemplo, les confesaré que cuando leí esta monumental novela, a fines de los 90, confeccioné una larga lista de términos, al menos 60, cuyo significado desconocía o apenas vislumbraba. Casi todos eran cultismos (relacionados muchos de ellos con la mitología griega y la cultura clásica que tan a fondo conoce el autor). Otros eran localismos, o neologismos inventados por Lezama, que a menudo parece recrearse en su dominio de la palabra, verdaderamente fascinante para cualquier lector curioso que asuma el reto intelectual de enfrentarse a su obra. Y es que, tan exuberante como el lenguaje es la presencia de ideas en el texto: al hilo de las conversaciones entre los personajes asistimos a multitud de digresiones, sobre gastronomía o ajedrez, sobre los motivos de Cervantes para escribir El Quijote o sobre los errores filosóficos de Nietzsche, entre muchas otras que ya no puedo recordar. El resultado es una impresionante novela-mundo, que intenta, en el fondo, justificar la seducción por la poesía de su personaje. El Paradiso del título remite, precisamente, al universo poético de José Cemí, al que todos podemos acceder leyendo la obra de José Lezama Lima.

Javier Aspiazu

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