Lecturas de fin de semana. Mikel Alvira y la Transición

El escritor navarro Mikel Alvira (Iruña, 1969) se ha hecho muy popular en los últimos tiempos con novelas como El silencio de las hayas, Cuarenta días de mayo ó Llegará la lluvia. Sus historias se muestran cercanas a los lectores porque muchos de ellos se identifican con los problemas de sus personajes, con los paisajes donde viven.

Con su nueva novela, En la tierra de los nombres propios, ha vuelto a pulsar la tecla de la empatía. En ella nos traslada a los últimos años del franquismo, a la transición y a los primeros años de la democracia. Casi toda la acción transcurre en Navarra y está centrada en una familia que vive en un caserío cercano a Pamplona, una familia que ha comenzado a trabajar fuera de casa, abandonando así las labores tradicionales del campo y la ganadería. nombres propios AZALA.inddUna familia compuesta por los padres y tres hijos, el menor con síndrome de down que es el personaje sobre el que giran los acontecimientos.

El éxito del libro es que nos hace transitar por el mundo convulso de la Transición con los ojos de la gente corriente, de gente con sus ideas, pero que no está especialmente significada políticamente. El padre trabaja en una fábrica de “hombre para todo”; la madre se ocupa de las labores de la casa; la hija mediana Julia –otra gran protagonista- es profesora y quiere hacer psicología; el hermano mayor iba para pelotari pero acaba conduciendo camiones; y el hermano pequeño, Peio, es el que siempre tiene que estar en casa porque es el que sufre el síndrome de down. Un síndrome que en aquella época  se consideraba un “estigma”, un castigo del cielo porque “algún pecado se había cometido”.

Por la novela transitan las primeras huelgas, las redadas de la brigada político-social, la batalla dentro de la Iglesia entre curas pogres y carcas, el combate de las mujeres que buscaban un nuevo papel en la sociedad, los atentados de ETA, la lucha política, la democratización de la enseñanza, la crisis económica… Y con este paisaje de fondo un puñado de personas que intentan encontrar la felicidad. Unos personajes que funcionan como arquetipos con los que identificarnos. Un poderoso retrato social.

Enrique Martín

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