Cuando se habla del género de espada y brujerÃa la memoria nos lleva a Conan y otros personajes creados por Robert Ervin Howard. Pero el género tiene otros padres y hasta mejores. Incluso es posible que el término lo acuñara Fritz Leiber que se trabajaba a sus personajes Fafhrd y el Ratonero Gris en los años treinta, aquellos de la pulp fiction que tantas maravillas dejó para la posteridad. El término espada y brujerÃa data de los años sesenta. Era Leiber hijo de actores, shakesperiano uno, del cine mudo la otra, y él mismo fue actor ocasional, un experto jugador de ajedrez y maestro de esgrima, algo que le vendrÃa muy bien para dotar de verosimilitud las escenas de lucha en sus escritos. Para un bohemio dado a la buena vida escribir en los pulps era una solución razonable. Se pagaba bien, se escribÃa sin aparente esfuerzo. Relatos de terror, de fantasÃa, de aventuras, y más tarde de ciencia-ficción. En esas estaba cuando su amigo Harry Otto Fisher le mandó el retrato de dos personajes; un bárbaro del norte con todos los tópicos a cuestas y un individuo esquivo, cÃnico, superviviente en las calles de las ciudades de un lugar llamado Lankhmar, que he visto comparado con las descripciones de Cervantes en sus novelas, de verdad.
Fisher escribió partes de una novela corta, un relato y poco más, pero Leiber enseguida se encariño con los personajes y se puso a escribir sobre ellos hacia 1.936, publicando el primero de sus cuentos en 1.939. Y desde entonces, y hasta 1.988, cuatro años antes de su muerte, escribió una treintena de cuentos y novelas cortas y una novela larga, recogidas en siete volúmenes que fueron publicados entre nosotros a partir de 1.985 en la editorial MartÃnez Roca cuando la dirigÃa Alejo Cuervo. El mismo editor, ahora en Gigamesh, recoge los cuatro primeros volúmenes en un tomo titulado Ciclo de Lankhmar 1 al que seguirá un segundo con los otros tres. Lamentablemente seguirá inédita la novela Espadas contra el PaÃs de las Sombras que escribió Robin Wayne Bailey casi al final del siglo XX.
Las andanzas de Fafhrd y el Ratonero Gris tienen todo el color de las aventuras exóticas y la emoción de los relatos trepidantes. Por aquà aparecen guerreros, brujos, princesas, monstruos, reyes, polÃticos, visires que quieren ser califas en lugar del califa, el reparto habitual, pero los personajes son más complejos, más ricos en matices, más miserables en ocasiones y más divertidos muy de tarde en tarde que los que pueblan el resto de escritos de la especialidad. Y las aventuras están a la altura, no se limitan a presentar un escenario, unos personajes, casi siempre repetidos, y soltar unas cuantas luchas que siempre recuerdan a otras. Fafhrd y el Ratonero Gris han conocido versiones en cómic, la más famosa con guión de Howard Chaykin y dibujos de Mikel Mignola, y siempre han dado pie a obras interesantes, pero, sinceramente, me parece que las historias originales son mejores. Y ahora tienen la oportunidad de leerlas. En este género nuestro no siempre se puede. Aprovéchense.
Félix Linares