Lecturas de fin de semana. De matar a Rajoy y otras ficciones

Ver este libro en la librería y sentir el deseo irresistible de comprarlo fue todo uno. De entrada hay que aclarar dos cosas. La primera, que se trata de una novela de ficción incluída dentro de una colección dedicada al género negro. Y la segunda que el Juan Carlos Pérez de la foto no es el ex cantante de Itoiz, sino un escritor canario nacido en La Graciosa en 1962. Solo sabemos de él que ha pasado por un sinfín de oficios y, como dice la reseña que aparece en una de las solapillas del libro, no ha publicado –aunque suponemos que los ha escrito- los libros LIBRO. Yo maté a RajoyViaje alrededor de un ombligo, Entre tú yo solo hay tres puntos suspensivos y Crónica de un sueño en su mortaja. Muchos sentido del humor.

Dicho esto hay que decir que Yo maté a Rajoy tiene más de retrato social de nuestros tiempos que de relato criminal ó de género negro. Y es que la historia gira en torno a Juan Carlos Pérez –sí, el protagonista se llama como el autor-, un cincuentón divorciado y con dos hijos al que al volver de un viaje le comunican que va a ser despedido. Juan Carlos trabaja como empleado laboral, no funcionario, en el ayto de su pueblo. Sus compañeros del sindicato le dicen que han hecho todo lo que han podido, pero que ante el recorte propuesto por el responsable político de turno le ha tocado la china. Nuestro hombre se va poco a poco encolerizando con aquellos que son los responsables de todo lo que ha sucedido (la crisis, la corrupción, los recortes sociales…) y pone en el punto de mira al presidente del gobierno, el señor Rajoy. Y entonces toma la decisión: matará al máximo culpable de todo esto, como escarmiento y como aviso a todos los demás. Juan Carlos es un consumado tirador, al que enseñó a disparar su padre, aunque es incapaz de matar a una mosca. La oportunidad le llegará al saber por su ex mujer (importante militante del partido en el poder) que Rajoy visitará el pueblo en breve. Y todo se desencadena.

Una novela que se lee de un tirón, porque el lector está ansioso por saber si el autor se atreverá a hacer lo que quizás más de uno ha pensado miles de veces en realizar: cargarse a los responsables de todo este desatino. Un descenso a los infiernos con la redención en una acción desesperada.

Enrique Martín

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