El Pulp. El incombustible Silver Kane

Lo más parecido a la “pulp fiction” que hemos conocido por aquí son las llamadas novelas de “a duro”. Por cierto los originales también tenían en el precio su seña de identidad: Dime magazine. Allí se publicaban historias de  los géneros más populares, romántico y western principalmente, pero también policiaco, terror, ciencia-ficción y bélico. Aquellas novelitas estaban escritas por autores españoles que generalmente firmaban con nombres anglosajones y que completaban una novela a la semana, cuando no dos y hasta tres. En la cima de la popularidad se encontraban Corín Tellado en la zona romántica y Marcial Lafuente Estefanía en la del oeste. En la segunda línea destacaba Silver Kane, un todo terreno que escribía novelas del oeste,  negras, de terror, de guerra, de espionaje, de  ciencia-ficción, pocas, y hasta románticas con pseudónimos apropiados. También escribió guiones para cómics, desde El inLIBRO.La dama y el recuerdospector Dan a El teniente negro.

Silver Kane es, en realidad, Francisco González Ledesma, abogado y periodista, que entró en la editorial Bruguera enchufado por su tío, uno de los jefes, y acabó escribiendo de todo, tanto que tiene censadas mas de mil novelas, aunque él asegura que solo escribió unas cuatrocientas, el resto deben ser reediciones con los títulos cambiados. Tras la desaparición de los bolsilibros, y aprovechando que la novela negra convencional se puso de moda, empezó a firmar con su nombre unas novelas protagonizadas por el inspector Méndez, una de ellas llegó a ganar el planeta, que conservaban el estilo de sus anteriores trabajos.

Hace cuatro años decidió volver a las verdes praderas y recuperar a Silver Kane escribiendo La dama y el recuerdo, un western mucho más largo que los habituales donde aparecen pistoleros, damas peligrosas, algún indio (imposiblemente llamado Valiant), sheriffs, médicos milagrosos, una juez, más pistoleros, y muchas tumbas, es sorprendente lo mucho que se habla de tumbas y cementerios en esta novela. Y todo está mezclado de manera algo caótica como si el autor fuera añadiendo peripecias conforme avanzaba en la escritura manteniendo sus signos distintivos, esa afición por los cliffhangers y los enigmas sin función narrativa ni explicación consistente.

Pero todo es igual porque lo que prima en estas novelas, y en la obra de Kane en general, es la emoción de cada página, los disparos, las cabalgadas, las frases impactantes, las expectativas desmesuradas, el color local, más cercano al spaghetti que a los western originales, las situaciones imposibles, la tensión, la emoción desatada y los giros constantes para sorprender al lector. Más extraño es que incluya un par de errores: Benjamin Franklin nunca fue presidente de los Estados Unidos y una derringer no es un revólver sino una pistola. La novela no tuvo ninguna repercusión porque el tiempo del western ha pasado y salvo los viejos aficionados pocas personas se ven impulsadas a leer estos libros, sobre todo si el formato no es el acostumbrado. Por cierto, Francisco González Ledesma sufrió poco después de publicar La dama y el recuerdo, un ictus que le ha tenido apartado de la escritura. Afortunadamente ha publicado hace poco una nueva, y breve, novela policiaca lo que anuncia su recuperación.

Félix Linares

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