El comictario. Una historia fallida sobre el final de ETA

Hay tiempos concretos en la historia marcados por la dificultad y el dolor. Tiempos de heridas abiertas, de recuerdos demasiado vivos y cercanos, de realidades duras y costosas sobre las que es especialmente complicado escribir y narrar. Al poco de toda gran tragedia cualquier ensayo, novela, cómic o película genera polémica, por lo reciente de los hechos, por la visión de las partes y porque, a veces,  desde un mismo sector se opina de forma diferente. Hay divergencias, porque el dolor, siendo siempre dolor, se siente y se sufre de manera distinta, y a todo esto hay que añadir, además, el ingrediente inevitable de la política.COMIC.Las oscuras manos del olvido

Valga todo lo dicho para explicar que la obra que hoy nos ocupa es Las oscuras manos del olvido, el último trabajo del magnífico tándem formado por Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí, que algunos expertos definen como “el primer cómic que trata en profundidad el tema de ETA“, y que los propios autores califican como “un homenaje a las víctimas del terrorismo“. Tema peliagudo, sin duda, en estos tiempos en los que, con lentitud exasperante, ETA avanza hacia su final definitivo y Euskadi vive por fin sin la lacra de la violencia.

Con este telón de fondo, Cava y Seguí elaboran un denso thriller en el que Toinou, un miembro de la mafia marsellesa que ha pasado 25 años en la cárcel por un crimen que no cometió, se dispone a cumplir el encargo de un industrial vasco asesinado por ETA. Antes de sufrir el atentado que le costó la vida, el industrial, que se negaba a pagar el impuesto revolucionario, selló un acuerdo para que, en caso de que le ocurriera algo a él o a su familia, Toinou matara al terrorista que consideraba responsable de las amenazas, y del que sólo conocía su apodo: Itzala. Comienza así una búsqueda en la que se mezclan ETA, los GAL, los servicios secretos españoles y las víctimas del terrorismo.

Y es en esta mezcla, al principio apasionante, donde Cava y Seguí se equivocan: el dolor de las víctimas es siempre legítimo, han sufrido años y años de silencio y olvido. Merecen todo tipo de justicia y reparación, es cierto, pero no por ello hay que dar pábulo a oscuras teorías de la conspiración en las que los gobiernos, incluido el del Partido Popular, trazan perversos acuerdos con los dirigentes de ETA para llegar a un insano escenario de falsa paz y manipulada convivencia. Creo, sinceramente, que las víctimas del terrorismo se merecen mucho más homenaje que este cómic, que podía haber sido importante y se ha quedado en el intento.

Iñaki Calvo

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