Lecturas de fin de semana. González Esnal, un gozoso placer

Maite González Esnal (Donostia, 1943) es una mujer que vive por y para los libros. Estudio Filosofía y Letras en Barcelona. Ha traducido al euskera a Marguerite Yourcenar, Mercé Rodoreda, Gabriel Celaya y Eugenio de Andrade; ha publicado un libro sobre el bertsolarismo, y ha escrito varios libros infantiles y juveniles. Y disfruta mucho impartiendo talleres de lectura en la comarca del Bidasoa. Su nuevo libro es el primero que publica en castellano y está divido en tres partes como indica su título.

En la primera parte, Viajes, dedica un gran espacio a Frisia, región del norte de Holanda con idioma LIBRO.Viajes, frutas, barriospropio, el frisio que hablan medio millón de personas, lengua a la que ha sido traducido uno de sus libros. Esta parte, tiene mucho de crónica viajera, de mirada sorprendida a un mundo horizontal, donde no hay montañas y sí inmensas praderas verdes donde campan a sus anchas las vacas y los canales. Es un viaje exterior en el que hay también espacio para la ficción, sobre todo a la hora de narrar encuentros con los personajes del lugar. Luego hay otro viaje en este apartado, titulado Mirlos en el maizal que transcurre en Donostia: el viaje de una familia en los años sesenta desde el mundo rural hasta el extrarradio de una gran urbe. Un viaje teñido de melancolía y de esperanza por las nuevas expectativas que se abre.

La segunda parte del libro, Frutas, nos acerca tres cuentos que tienen a tres frutas, la granada, la manzana y el higo, como hilos conductores. Tres historias sobre el paso del tiempo. Y la tercera parte, Barrios, reúne dos relatos que vuelven la mirada al San Sebastián de los años cincuenta, y en los que se rinde homenaje a una generación que sobrevivió “separando el mal, de lo que no lo es”. A una generación que sufrió el franquismo y la escasez en silencio, y que encontró la solidaridad en las casas donde vivían apiñadas decenas de familias repletas de niños que buscaban un lugar donde prosperar.

Una escritora excelente, de gran sensibilidad, que abre una ventana a la vida y sus gozosos misterios. Merece que la encuentren sus lectores.

Enrique Martín

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