Los cincuenta años de Patxi Zubizarreta

50 es el nuevo libro del escritor de Ordizia afincado en Gasteiz Patxi Zubizarreta. La historia parte de un motivo feliz: Nikolas, un escritor de escaso éxito, creativamente empantanado, y Rafael, un pintor, le han organizado a un tercer amigo, a Joseba, un pianista que tampoco consiguió que su carrera musical despegara, una sorpresa. En concreto, han orquestado un recital en un balneario de Panticosa para que puedan volver a reunirse los tres. Todo correcto y estupendo pero desde los primeros momentos del viaje empezamos a intuir que hay cosas que no van bien: Joseba se muestra muy nervioso, la ausencia de Gilen, un amigo que ya no está entre ellos comienza a tomar cierto protagonismo, y no faltan tampoco las tensiones entre los personajes. Durante el trayecto y la estancia en el hotel se revelaran secretos, oscuros, pesados. Estamos en el otoño de 2009. El cese definitivo de la violencia aún no ha llegado. Los problemas sociopolíticos están presentes y también las tragedias personales. Miserias y grandezas del ser humano. De alguna manera, además, se reflexiona sobre lo poco que hemos avanzado, esencialmente, desde la prehistoria, y ese tipo de indagaciones confieren a este libro un corte casi filosófico.u

El personaje de Nikolas adquiere una importancia diferente al resto, entre otras cosas, porque el narrador siempre los espeta desde la segunda persona del singular o del plural. Eso hace que conozcamos mejor la personalidad del escritor. Especialmente, aunque no solo, a través de él, Patxi Zubizarreta nos cuenta multitud de cosas. Y eso es lo que más me ha gustado, con diferencia del libro: la voz de Nikolas o quizá la voz de Zubizarreta, derramándose en una catarata de citas literarias, de pensamientos, de referencias. Nos habla, por ejemplo, de un insecto, la efímera, que tras una larguísima gestación solo vive durante veinticuatro horas, o nos dice que a los cincuenta años habremos derramado de media 39 litros de lágrimas, o nos trae los ecos literarios de Xuan Bello, Mark Twain o Julio Llamazares, entre otros muchos. Como digo, ese entramado de referencias resulta no solo provechoso; a ratos, delicioso también.

Intercalados en el relato estricto del viaje y la posterior revelación, encontramos diversos relatos narrados en tercera persona, interesantes, ilustrativos y no del todo desconectados de la trama principal. Y notamos también que los elementos naturales y, sobre todo el agua, el agua que parece revolverse en el transcurso de los acontecimientos, son fundamentales en 50 por tener un alto valor simbólico.

Por otro lado, y una vez más, hay que aplaudir el buen hacer de la editorial Txalaparta. Estamos ante lo que se llama libro-arte. Un trabajo en el que la literatura no camina sola. En 50 destacan las estupendas ilustraciones de Mintxo Cemillán, que se acompañan también de un delicado disco comandado por el pianista Joserra Senperena en el que participan Oihane Igerabide, Maddi Oihenart, Antton Valverde y el gran Rafa Berrio.

Una joyita en definitiva de la que personalmente sobresale el gusto por contar de Patxi Zubizarreta, dueño de una voz inquieta y generosa que tiene mucho que contar, que llega en esta ocasión, en espléndida compañía.

Txani Rodríguez

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