Víctor del Árbol, la nueva voz catalana de la novela negra

Aceptemos los prejuicios. Si leemos en la solapilla del libro que el autor ha sido durante veinte años mosso d’esquadra y que dos de sus novelas anteriores han obtenido premios de género negro en Francia, inmediatamente adjudicaremos al escritor esa especialidad, máxime si leemos en la contraportada que en Un millón de gotas se cuenta la historia de un abogado que decide averiguar por qué se ha suicidado su hermana, acusada de la tortura y asesinato de un mafioso ruso que secuestró y mató a su hijo. Y eso que no dicen que la hermana era policía. Así que Víctor del Árbol escribe novelas criminales, decidimos. Y así podemos aplicarle la vara de medir géneros.

Lo que se dice en la contraportada es cierto, existe esa investigación y esas muertes, pero también se cuenta aquí la peripecia del abogado que tiene una vida familiar y profesional bastante tormentosa, y en ella aparecen otros personajes que enriquecen el guiso. Pero, sobre todo, está también la vida del padre del protagonista que, en capítulos alternos va marcando las andanzas de este hombre desde los años treinta a los sesenta del pasado siglo, a través de la república española, el Gulag ruso, la Guerra Civil, LIBRO.Un millón de gotasla mundial, la clandestinidad en la España franquista y los manejos en la Europa de la guerra fría con multitud de episodios que se podrían enmarcar en la novela de aventuras, o, más claramente, en el melodrama. No quiere esto decir que el autor nos engañe. De hecho podemos decir que así se amplía el campo de interés de la novela lo que permite que más de seiscientas páginas no acaben siendo algo reiterativo, aunque algunas repeticiones hay.

Ha montado Víctor del Árbol una buena estructura de manera que el lector va descubriendo misterios y viviendo sorpresas en un nivel de la narración que enriquecen oportunamente lo que ocurre en el otro. Es esta una novela ambiciosa que solo en parte alcanza sus metas y no solo porque en un relato tan largo, a veces, el autor se pierda, o porque a veces se tiene la sensación de que las coincidencias resultan algo artificiales, sino porque tiene del Árbol tanto material, tanta documentación, que no sabe dónde ponerla y tiende a interrumpir la acción y los diálogos, para dar paso a cualquier detallito que importa bastante menos que lo que tendría que narrar en ese momento. Es el conocido sistema de Arturo Pérez Reverte: espolvorear la información que creen que es necesaria, que siempre aumenta las páginas del libro, aunque no sea imprescindible para la narración.

Pero dejando esto al margen Un millón de gotas es una novela muy interesante, mas en su vertiente histórica, que presenta personajes sugestivos metidos en problemas más grandes que la vida y que se hace enormes preguntas, y tratan de contestarlas. Con un poquito más de control sobre su desmesura, con algunas páginas menos, la novela podría mejorar. Ejemplo: un personaje secundario, Atxaga se apellida, que aparece en contadas ocasiones y siempre añade interés y avances a la trama. Si hubiera aplicado el mismo sistema a toda la novela esta mejoraría. Pero son pejigueras de lector resabiado, no me hagan caso, lean a Víctor del Árbol.

Félix Linares

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