La dolorosa biografía novelada de Hasier Larretxea

En el año 2001, el escritor Hasier Larretxea ganó el Premio de Iruña de Poesía con el trabajo Eguraldi lainotsua. En 2008 publicó Azken bala y tres años más tarde pudimos leer su poemario Atakak. En esta ocasión, Larretxea cambia de registro y se instala en la prosa, una prosa muy lírica en todo caso, muy hermosa, escrita desde la primera persona, como si se tratara de un diario íntimo. “Eguneroko bat idaztea historiarik ez izatearekin parekatzen du utzi gintuen Tomás Segoviak Denbora besoetan nota koadernoan. Niretzat, historia hori berreskuratzeko modu bat da idazketa”.

Sabemos que Larretxea nació en el Valle del Baztán, pero que vive, desde hace ocho años en Madrid.LIBRO.Larremotzetik En este trabajo, este joven hijo de un campeón cortador de troncos, da cuenta de por qué necesito alejarse de un entorno tan hermoso como el Baztán, por qué necesitó salir y tomar aire. Nos habla de sus familiares, del entorno en el que creció, de cómo fue forjando su personalidad. “Nire gela ni neu apaintzen hasi nintzen. Urteekin Lost In Traslation eta Amelieren bertsioa japoniarreko posterrak zintzilikatuko nituen, Orlegiz tindatuko nuen gela. Ortzadarraren pegatina ipiniko leihoan, Astrud, Frida Kalho”.

En Larremotzetik, este escritor recrea el viaje de vuelta emocional a un lugar, el de su origen, del que nunca se sintió desvinculado aunque él no se sintiera cómodo en este entorno donde las perspectivas que se abrían para su vida no encajaban con sus inquietudes ni con su sensibilidad. “Homosexualitateari buruz, aitak ezer gutxi erran dit, gaur artio. Lehen unetik ulertu zuen Madrilekoa. Bera izan zen, gainera, hori bulkatu zuena. Bertan lortzerik izanen nuela hirurehun biztanlera iristen ez den herri nekazarian lortu ezinezkoa. Bere espiritu librearen isla daramat nirekin. Ama negar batean, mutikoak gustuko nituela jakin zuen egun beretik hasi zen sufrikario etxean”.

Sin duda, Larretxea nos hace confidentes y nos habla de sus titubeos y de sus convicciones. Como suele suceder cuando las historias están llenas de verdad, el texto toma vuelo y deja de ser solo un personalísimo relato para convertirse también en un retrato social y en un alegato a favor de la búsqueda de la felicidad. Y todo escrito de forma encomiable. Una belleza.

Txani Rodríguez

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