Garazi Kamio y los solares abandonados

Gauak berdindu egiten du guztia”. La noche nos iguala a todos. Es una frase que podemos leer en el libro Orube abandonatuak, escrito por la periodista y profesora Garazi Kamio, que ya había publicado con anterioridad la colección de relatos Beste norbaiteen zapatak.

La anoche nos iguala a todos, de alguna manera es así, pero el día nos deja expuestos y nos singulariza en nuestras alegrías y en nuestros desconsuelos. Sobre todo en nuestros desconsuelos. Los personajes de las tres historias que conforman Orube abandonatuak sufren. Me ha venido a la cabeza la célebre frase de León Tolstói: “Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera” porque eso precisamente sucede en estas páginas. Por un lado, tenemos la historia de Mario, quien fuera detenido en el año 1939, aquella época en la que el dedo acusador de cualquiera era un pasaporte directo a la cárcel. LIBRO.Orube abandonatuakEso le sucedió a él: ocho años de condena que cumplió primero en la cárcel de Ondarreta y después en la de Belchite. Este relato detalla el momento en el que Mario regresa a su pueblo, por fin. Ha soñado mucho con ese instante pero no será tan feliz como él esperaba. La situación política le sitúa en el bando de los perdedores, algo que tenía consecuencias. Sus delatores parecen no haber tenido suficiente con los ocho años de cárcel que cumplió por un delito que, parece, no cometió.

La segunda historia que se va entrelazando y que transcurre a finales de la década de los ochenta es la de Miren, una ex heroinómana, que lucha por no recaer y arrastra su pasado. Kamio cuenta cómo comenzó este personaje a pincharse en los aledaños del hipódromo de Anoeta instigada por Germán, el hombre del que estaba enamorada. Este personaje, que sobrevive a base de yogures y cerveza, está sumido en la depresión. Salir de casa le cuesta un enorme esfuerzo.

Maider es la protagonista del tercer relato, el más cercano a nuestra actualidad. Es una chica joven que lleva en el paro más de un año. Se ha inventado un trabajo nuevo y un novio, Ander, para no tener que dar explicaciones sobre su situación real ni a su madre ni a sus amigos, que esconde un secreto que la avergüenza. En esta historia me ha convencido absolutamente la relación entre madre e hija, las cosas que se dicen, lo arrojadiza que puede ser la amargura.

Estos tres personajes viven un exilio desigual pero desolador: se puede vivir fuera del lugar donde está la familia, también se puede vivir fuera de nuestras propias vidas, fuera de todo. Los tres, la autora lo escribe en todas estas historias narradas en tercera persona, se sienten como solares abandonados. Orube abandonatuak.

Kamio juega con algunos elementos que se entrecruzan en estos relatos narrados en paralelo: uno de enorme significado es lo difícil que les resulta mirarse el espejo. Orube abandonatuak, que mereció el premio Agustín Zubikarai, podría haber sido un libro que no nos dijera gran cosa. Pero la autora maneja bien los detalles, ofrece una verdad, y elabora personajes potentes, muy creíbles, que nos conmueven y a los que nos gustaría decirles si los tuviéramos enfrente que no, que no son solares abandonados.

Txani Rodríguez

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *