Cuando el patito feo comprendió la inmensa suerte que tenía de ser un hermoso cisne, se deslizó feliz sobre las aguas del estanque para unirse a los suyos: los altos bellos y agraciados miembros de la familia Anatidae. Tras la emoción de los primeros días, comenzó a rumiar una obsesión: “He de vengarme de esos malditos patos”.
Roberto Moso