Su zelaiak, la nueva novela de Mikel Peruarena, arranca, en Iparralde, un dÃa del fatÃdico verano de 1914. En las primeras páginas nos colamos en la cotidianidad de las gentes del campo, preocupadas por las cosechas, de párrocos, de carboneros, de artistas, de boxeadores, de obreros, de desgraciados matrimonios, de personas para las que emigrar a América representaba una oportunidad… En este primer capÃtulo de los cuatro que conforman la novela, se exponen las tensiones sociales, las diferentes familias polÃticas, los primeros compases de un socialismo que aún no habÃa eclosionado en Francia; en definitva, se nos acerca la realidad social de aquella época. España estaba sumida en una grave crisis económica y muchos trabajadores cruzaban la frontera para realizar trabajos mal pagados. De una forma impresionista, Peruarena consigue dibujar el retrato de aquellas vÃsperas. Va de un personaje a otro y consigue que nos interesen. Sumidos en sus preocupaciones, no son conscientes de que están a las puertas del infierno. Suenan las campanas, los cuervos, las aves de mal agüero, parecen apostarse en las esquinas, y un bando anuncia que al dÃa siguiente todos los hombres de entre 21 y 48 años deberán movilizarse. HabÃan asesinado al archiduque Francisco Fernando de Austria y una gran guerra se cernÃa, macabra, sobre ellos.
La mayorÃa de los personajes que nos han sido presentados en las primeras páginas del libro parten hacia Baiona henchidos de moral. Sin embargo, bastarán unas semanas en frente para hundirles y mostrarles ante una realidad cruenta, de muerte, barro y sangre, de obuses, granadas y ametralladoras. Participan en una guerra en la que para avanzar 200 metros deben morir 158 hombres. En aquellos dÃas, cuenta el autor, Joyce o Kafka habÃan publicado o estaban a punto de hacerlo. Quizá –parece decir Peruarena– no todo estuviera perdido a pesar de que la condición humana mostrara su peor aspecto.
Los personajes de esta novela, esos hombres de Iparralde, forman parte del Regimiento de InfanterÃa Número 49 de Baiona. Hay un coro de voces pero destaca, quizá, el soldado Filipe Luro, un carbonero de Arnegi, que se aferra a las cartas de la mujer que ama, Maitena, para sobrellevar mejor su realidad, una realidad, la de la guerra y el ejército, que acabará detestando.
No quiero adelantar nada más, pero sà creo que puedo decir que Peruarena pone el punto y final a la historia en un momento adecuado, y con una intención que comparto. Su zelaiak es, en resumen, una muy buena novela, meritoria, ya que es muy difÃcil poner en pie una estructura asà y mantener el interés y la coherencia interna de la historia hasta el final. Aunque la obra maestra de Vasili Grossman transcurre durante la Segunda Guerra Mundial, este libro puede recordar, por aglutinar también retazos de la existencia de la gente que lucha, a un pequeño Vida y destino.
Como sabemos, en 1914 España se mantuvo neutral, pero no Francia. Y 6.000 almas de Iparralde perecieron en aquellas trincheras. Su zelaiak es una forma de recordarles.
Txani RodrÃguez