La pregunta de Feldman: ¿sabemos lo que queremos?

Jonah Jacobstein es un abogado de treinta y dos años que vive en Nueva York. Está satisfecho con su vida. Se codea con otros jóvenes, algunos antiguos compañeros de la universidad, llamados a alcanzar las más altas cotas de poder, acude a fiestas filantrópicas en las que las buenas causas de turno parecen ser lo de menos, chequea su móvil cada dos por tres, acaban de darle un caso importante en el bufete donde trabaja, tiene novia y, además, amante. Una tarde lluviosa se encuentra en el metro con un jasid, un anciano judío ortodoxo, que le recuerda para su fastidio las enseñanzas del Libro de Jonás, un texto bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo. “Jonás -le dice- ve a la corrupta ciudad de Nínive y diles que a pesar de todo su oro, su elegante ropa y sus grandes ejércitos, solo su cuerpo está vestido pero su alma está desnuda.” El jasid consigue que Jonah salga del metro contrariado.LIBRO.El libro de Jonah

El segundo capítulo está protagonizado por Judith, una mujer que, tras haber sido una estudiante extraordinaria, tenía por delante un futuro prometedor. Sin embargo, quedará dramáticamente marcada por el 11-S. En la novela, el punto de vista de Jonah se alternará con el de esta mujer cuyo nombre tiene también un gran simbolismo especialmente en la cultura hebrea. Una tarde, en casa de su prima, él verá un retrato de ella, y de algún modo comenzará a desatársele una tormenta que pondrá patas arriba su vida.

Esta novela es la primera del escritor norteamericano Joshua Max Feldman, sin embargo, su ambición no es la de un primerizo. El autor nos muestra con detalle el tipo de vida que llevan algunos neoyorquinos y la vacuidad, la fatuidad, que parece dominarles. La moral, la ética, la espiritualidad se doblegan ante intereses más espurios y medrar en sus carreras profesionales para conseguir un sueldo abultado que les permita vivir en un sofisticado loft parecen ser los motivos que les empujan a meter codos en su día a día. Reivindica Feldman algo más de verdad en estos tiempos, cierta pureza, que creamos en algo, parece decirnos, que no nos olvidemos de distinguir entre lo que está bien y lo que está mal.

La lectura de la novela es, sin duda, gozosa, y nos dejamos llevar por el interés que despiertan sus diatribas internas y la zozobra de su vida amorosa. En el fondo, la historia tiene, como decíamos, una enorme carga de profundidad que se hubiera entendido incluso sin realizar esta revisión contemporánea del Libro de Jonás, sin armar una estructura tan compleja. El texto, en definitiva, nos sitúa ante una pregunta incómoda: ¿sabemos, de verdad, lo que queremos?

Txani Rodríguez

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