Antonio Manzini presenta al subjefe Rocco Schiavone

Erase una vez, cuando la novela negra no tenía el prestigio y la difusión actual, cuando era alimento de escasos lectores especializados, y los clásicos respetados y los autores europeos un descubrimiento, conocimos a algunos escritores italianos, Sciascia y Scerbanenco en principio, que gozaron de gran prestigio. Con el desplazamiento del interés de las nuevas generaciones de lectores a latitudes más altas, los italianos, con la excepción de Andrea Camilleri, parece que han pasado al olvido. Hace años todavía teníamos a Carlo Lucarelli y Marco Vichi, intermitentemente a Giancarlo de Cataldo, ahora a Maurizio de Giovanni y… a Antonio Manzini, recién aterrizado en nuestras librerías con la primera aventura del subjefe Rocco Schiavone, un romano trasladado al valle de Aosta por haber metido la mano en cuestiones sensibles, entiéndase un familiar de alguien importaLIBRO.Pista negrante.

Schiavone tiene un pasado, que Manzini irá presentando poco a poco, tiene un carácter difícil y una interpretación elástica de la ley, lo que lleva a algunos de los episodios más interesantes de la novela, un gusto por la comida, la moda y la buena vida que chocan directamente con el lugar al que le han destinado y sus habitantes, una lengua afilada y el habitual reparto de secundarios. Está su jefe, claro, y el juez, y el forense y sus subalternos, los tenderos, los taberneros, los encargados de las pistas de nieve todos perfectamente retratados. Sí, porque las cosas se ponen difíciles justamente en las alturas cuando aparece un cadáver entre la nieve. Permitan que me detenga en este punto porque estamos en un género del que no conviene contar demasiado. Si les diré que ni Rocco ni los demás protagonistas resultan ser nuevos, pero sí tienen el suficiciente encanto como para que les apreciemos. También que, a diferencia de otros autores italianos, Manzini se acerca algo más a la novela negra que sus colegas. También a la novela enigma porque el bueno de Schiavone resulta ser un lince para la investigación e, incluso, recurre a la reunión final para explicar la solución del enigma, como hacía Rex Stout siempre y Agatha Christie en las novelas de Poirot. Pero eso sí Manzini ha encontrado la manera de hacer la reunión aclaratoria definitiva. Y no contento con una ha montado dos. Este hombre es ambicioso y tiene gracia y cierto encanto y dialoga estupendamente y te lees la novela en una tarde de lluvia, bueno, esto último no es necesario, pero da ambiente. En realidad debería ser una tarde de nieve.

Así que no esperen a que termine la temporada y háganse con Pista negra esta nueva novela de la colección Salamandra Black porque les va a gustar. Por cierto no es ni necesario que les guste la novela negra, o policiaca o como la llamen ustedes, esta es una narración que tiene su propia autonomía. Y a un personaje que nos gustaría volver a encontrar.

Félix Linares

 

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