“Anotación núm. 1.
Dentro de ciento veinte días quedará totalmente terminado nuestro próximo avión-cohete Integral. Pronto llegará la magna hora histórica en que el Integral se remontará al espacio sideral. Un milenio atrás vuestros heroicos antepasados supieron conquistar este planeta para someterlo al dominio del Estado Único. Vuestro Integral, vítreo, eléctrico y vomitador de fuego, integrará la infinita ecuación del Universo. Y vuestra misión es la de someter al bendito yugo de la razón todos aquellos seres desconocidos que pueblan los demás planetas y que tal vez se encuentren en el incivil estado de la libertad. Y si estos seres no comprendieran por las buenas que les aportamos una dicha matemáticamente perfecta, deberemos obligarles a esta vida feliz.”
Así comienza Nosotros, de Yevgueni Zamiatin. Novela publicada en traducción inglesa en 1924, y que no se pudo leer en su idioma original, el ruso, hasta 1988, tan peligrosa fue considerada por el naciente estado soviético. Estamos ante la primera antiutopía de la literatura del siglo XX, cuya influencia en obras tan célebres como 1984 de Orwell es más que evidente. Zamiatin nos sitúa en un mundo donde la libertad y la intimidad se han perdido, todas las casas y recintos públicos son de cristal para que puedan vigilarse las actividades de sus habitantes, y éstos ni siquiera tienen un nombre al uso, sino que se designan por números. Así, el narrador es D-503, constructor jefe del cohete Integral, que cuenta sus memorias a un futuro lector de algún lejano planeta. Por él sabemos que en el Estado Único reina supuestamente la unanimidad perfecta, con una fiesta anual en su honor, y que todos los números realizan a lo largo del día actividades comunes, salvo dos escasas horas dedicadas al tiempo libre.
D-503 empieza sus anotaciones con un tono triunfalista, como un convencido defensor de la civilización superior del Estado Único. Con una lógica digna de cualquier jerarca nazi, llega a justificar la abolición de la libertad sugiriendo que puede conducir a la comisión de delitos. Suprimiendo por tanto la libertad, se acaba con los delitos. Pero un acontecimiento inesperado: la atracción apasionada que comienza a sentir por la hermosa I-330, echa al traste su férrea lógica matemática. Descubre que padece una enfermedad muy grave: tiene un “alma”, que le inspira sueños y sentimientos que no puede controlar. Entonces, el estilo de sus anotaciones varía; el libro comienza a ser una historia de intriga y de obsesión erótica, y a adquirir un tono alucinado, delirante, febril, a medida que D-503 se deja enredar por la subversiva I, cuyas citas clandestinas le ponen en serios aprietos.
La prosa de Zamiatin es brillante: los rostros de algunos personajes, las tonalidades celestes, el misterioso y amenazante paisaje que se adivina tras el Muro Verde, que separa al Estado Único del resto del planeta, donde se fragua secretamente la rebelión, están descritos con metáforas ingeniosas, coloristas, teñidas de las emociones del narrador, en las que se aprecia la influencia de la literatura vanguardista de la época.
Secreto precedente de toda la literatura distópica posterior, esta brillante novela es una sátira de los totalitarismos de una mordacidad suprema, que merece ser mucho más conocida. Les recuerdo título y autor: Nosotros, de Yevgueni Zamiatin.
Javier Aspiazu
