El Tocho. Las bostonianas de Henry James

LIBRO Las Bostonianas

 

 

Olive bajará dentro de unos diez minutos. Me pidió que se lo dijera. Unos diez minutos. Esa es Olive. Ni cinco, ni quince, pero tampoco nueve u once. No me pidió que le dijera que se siente feliz de verlo, porque no lo sabe si lo está o no, y por nada del mundo se expondría a decir algo impreciso. Si hay alguien honesto esa es Olive Chancellor; es la rectitud en persona. Nadie dice nada impreciso en Boston; la verdad es que no sé cómo tratar a esta gente. Bien, de cualquier manera estoy muy contenta de verlo”.

 

 

Así comienza Las bostonianas de Henry James, novela publicada en 1886, pocos años después de éxitos que consagrarían al escritor neoyorkino, como Washington Square o Retrato de una dama. Sin embargo, Las bostonianas no fue bien recibida por la crítica, que consideró inmerecido el retrato, a menudo mordaz, que el autor hace de algunas reformadoras sociales de la ciudad de Boston. James había eludido abordar temas claramente políticos, pero en esta ocasión ambientó su obra en el naciente movimiento feminista. Y el resultado, a decir verdad, da la impresión general de que éste no le inspiraba excesivas simpatías.

Pero, aun así, el argumento de la novela es complejo y atractivo. Verena Tarrant, la hermosa hija de un charlatán y curandero mesmerista, posee el don de la oratoria, que exhibe en pequeños actos públicos, reivindicando los derechos de la mujer. Olive Chancellor, dama de la alta sociedad bostoniana, después de escucharla fascinada, decide llevársela a vivir con ella para educarla sistemáticamente y convertirla en la gran propagandista del movimiento feminista. El conflicto surge cuando el primo de Olive, Basil Ramson, abogado sureño y conservador, que ha asistido a alguna de las charlas de Verena, queda prendado de sus encantos y decide conquistarla. A partir de ese momento, la novela se convierte en una pugna entre la fidelidad de Verena hacia su protectora Olive y la causa de las mujeres, y el poderoso atractivo que empieza a ejercer sobre ella Ramson, a pesar de sus ideas reaccionarias. La evolución de esa lucha entre la razón y los sentimientos se transforma en el verdadero motor de una historia cada vez más interesante.

Otro de los principales aciertos de la obra es el retrato ajustado y gráfico de diversos personajes femeninos, algo en lo que James era un consumado maestro. Desde la anciana señorita Birdseye, que representa de alguna manera la compasión universal, pasando por la doctora Prance, modelo de mujer segura de sí misma dedicada por completo a su profesión, hasta por supuesto la rígida Olive Chancellor, ideóloga en la sombra del movimiento, cuyas motivaciones ocultas se basan en el rechazo absoluto del hombre y todo lo que simboliza, y, quizá también, en una oscura atracción por la encantadora Verena.

James abusa en ciertos pasajes del estilo indirecto, volviéndose un poco prolijo (como le ocurre, por cierto, en casi todas las novelas largas de su último periodo), pero cuando deja dialogar a sus personajes, la novela avanza con interés renovado, y aunque el final puede resultar predecible, los últimos capítulos son espléndidos. Si no la conocen, Las Bostonianas puede ser un excelente comienzo para disfrutar de la obra de Henry James.

Javier Aspiazu

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