Didierlaurent, un gozoso descubrimiento francés

Un hombre toma todas las mañanas el tren de cercanías a las 6 y 27 minutos. Se dirige al trabajo. A un trabajo detestable para un hombre como él, Guibrando Viñol –extraño nombre-, que adora los libros: trabaja como técnico de una máquina que destruye libros, que los tritura, que los convierte en pasta de papel para hacer otros libros. Los libros destrozados son libros que se destruyen porque alguien ha decidido que ya no tienen ninguna utilidad porque, sobre todo, no encuentran vendedor. Guibrando, jugándose el tipo, cada día entra en las fauces de la bestia y recupera algunas pocas hojas que han quedado enteras, que no han sido trituradas. Cuando toma el tren a las 6 y 27 minutos de la mañana se dedica a leer en voz alta algunas de esas páginas para deleite de la mayoría de los viajeros que guardan un silencioso sepulcral y gozoso.LIBRO.El lector del tren

El libro de Jean-Paul Didierlaurent tiene un ligero parecido temático con una de las grandes novelas de la literatura europea escrita tras la II Guerra Mundial, Una soledad demasiado ruidosa del checo Bohumil Hrabal. En esta novela el técnico se llamaba Hanta y como Guibrando trabaja en una trituradora de papel. Pero en lugar de rescatar hojas tras la masacre, Hanta rescata libros enteros antes de la destrucción. Los libros los trasladaba a su casa que acababa convertida en una biblioteca monstruosa que impedía a duras penas la vida en la vivienda. El libro de Hrabal era un homenaje a los libros, a la creación artística. Esto también se trasluce en la novela de Didierlaurent, el amor a los libros, pero no es el objetivo último de la novela. Porque de lo que habla El lector del tren de las 6.27 es del rescate de vidas condenadas a la soledad, y los libros, la escritura y por ende la lectura, son aquí un camino para eludir esa soledad, para encontrar un alma gemela que sienta la misma pasión por la letra escrita que es un trasunto de la vida.

Guibrando Viñol acabará conociendo a través de sus lecturas a gente de la más variopinta. Desde un grupo de jubiladas a las que acabará alegrando sus vidas monótonas con sus lecturas en la residencia de ancianos, hasta una peculiar limpiadora de un centro comercial, Julie, que siente la pasión por la escritura. En el mundo de Guibrando conoceremos también a Giuseppe Caminetti, el ex compañero de trabajo al que la máquina monstruosa, la Cosa, dejó sin piernas y al que ayudará a encontrar todos los ejemplares de un libro sobre jardinería que se hizo con la pulpa de papel y carne de sus piernas desaparecidas. También estarán los odiosos compañeros Félix Kowalski, el jefe gritón y sin escrúpulos, y Lucien Brunner, un auténtico fascista que disfruta destruyendo libros, y el maravilloso gran Albert que ayuda a Guibrando a rastrear los libros con los restos de las piernas de Giuseppe.

Un libro delicioso, tierno y fantasioso, repleto de personajes extravagantes y también de gente corriente, de historias que se cruzan y descruzan hasta llegar a un final aparentemente feliz. Un cuento, una fábula francesa, que encumbrado a su autor Jean-Paul Didierlaurent, un escritor galardonado por sus cuentos, pero que debuta con El lector del tren de las 6.27 en la novela por la puerta grande.

Enrique Martín

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