Esta es una novela muy oportuna. Noche de elecciones, inesperada mayorÃa absoluta, gran juerga de los triunfadores, excesos de alcohol, el consejero que se pierde, un travesti que se acerca. Las cosas se lÃan porque el consejero pierde la cartera y el móvil y ahà hay secretos que van a parar a manos de gente interesada. Bueno, en principio de intermediarios, pero inevitablemente el aparente protagonista tendrá problemas, empezando porque no consigue llegar a tiempo para cambiarse de ropa y asearse y hace una aparición un poco vergonzosa junto al resto de lÃderes de su partido. El resto os lo podéis imaginar. Bueno, quizá no todo. He definido al protagonista como aparente porque esta es una novela coral e incluso algunos de ellos ni se cruzarán en estas páginas de manera que cada capÃtulo tiene una primera figura a cuyo alrededor aparecen unos secundarios también muy bien reflejados. Quizá les suene todo esto.
Efectivamente no estamos ante un argumento nuevo, ni unos personajes insólitos, ni unas situaciones que no hayamos leÃdo, pero si ante una historia bien trabajada, unos caracteres que siempre pueden ir más allá en el desastre de sus vidas y unos hechos que pueden sorprendernos por mucho que creamos que hemos llegado al conocimiento absoluto de la estupidez humana. Y luego está la escritura, claro. Daniel Ruiz GarcÃa ya se ha fogueado con unos cuantos tÃtulos antes de este, asà que aquà nos encontramos con una novela muy medida, de dimensiones justas donde no sobran palabras para cada situación, donde no faltan detalles para mantener al lector interesado. No sé, por buscar alguna pega, se me ocurre que contar en flashback los antecedentes de ese aparente protagonista cuando faltan veinte páginas para el final quizá es hacerlo demasiado tarde, pero ¡qué tonterÃa, un autor pone las cosas donde la de la gana y espera que el lector disfrute con ello! Yo lo he hecho.
Me he reÃdo, me he interesado, me he obligado a seguir leyendo. Se puede argumentar que todas estas cosas ya las sabÃamos, que están en los medios de comunicación cada dÃa, pero creo que hacen falta ficciones que hablen de la corrupción, de los aprovechados de la polÃtica, de los parásitos que habitan en cada partido, de los periodistas que sobreviven en busca de un momento de reafirmación de su dignidad, aquà se nota que el autor es de la profesión porque conoce muy bien de lo que escribe. Bueno, conoce muy bien todo lo que cuenta. Y ese conocimiento, esa soltura al escribirlo, esa sensación de familiaridad que transmite, me parece que es uno de los grandes aciertos de Daniel Ruiz GarcÃa a quien tendremos en nuestra lista blanca a partir de este mismo momento. Ustedes pueden hacer lo mismo empezando ya a leer Todo está bien, esa novela que parece un slogan publicitario de campaña electoral.
Félix Linares