La vida nos arrolla, Karmele Jaio

Orain hilak ditugu./ Hildako lagunak, /Hildako ama edo aita./ Orain badakigu/ zer egin behar den,/ nora deitu,/ zenbat balio duen/ lore-koroa batek.” Estos versos, que abren el libro de poesía de Karmele Jaio, nos sitúan ya frente a la voz que recorre este trabajo; una voz que nos habla desde la madurez, desde la experiencia; la voz de alguien que ha vivido y ha sufrido por ello. La vida, tal y como se refleja con gran sensibilidad en Orain hilak ditugu, conlleva siempre una carga de despojo y brinda un catálogo de soledades que se enriquece con los años. Desde esa certeza se ha escrito este poemario que se construye desde la cotidianidad. Las historias, porque en todas estas piezas hay una historia, transcurren en las cocinas de los pisos, en los balcones donde se cuelga la ropa, en las calles del barrio. Cualquier objeto, unas zapatillas de casa, y cualquier acción aparentemente trivial -pelar una pera-, pueden inspirar y desatar una emoción poética.LIBRO Orain hilak ditugu

La fuerza de la vida, su capacidad arrolladora y la escasa capacidad que tenemos para escapar de sus dictados, se aprecia con claridad en poemas como Bandera zuria, en el que la narradora recuenta todas las ocasiones que ha visitado un hospital concreto, siempre el mismo, y las razones que suscitaron esas visitas, razones que se parecen a las de muchas otras personas, pero que conforman una existencia singular. La idea de que hay que acciones que por mucho que se repitan, por mucho que parezcan desproveerse de toda ética, siguen resultando extraordinarias se aborda también en el poema Historia: “Ez dut itunik sinatu,/ ez dut Nobel Saria merezi./ Baina umeari fárdela aldatzen diodan bitartean,/ badakit/ Historia idazten ari naizela.

Alcanzada cierta edad, se comprende a veces que lo extraordinario se parece mucho a un lunes por la mañana, a la rutina, a hacer lo de siempre. El poema que leíamos al comienzo de este comentario, uno de los mejores de la colección, se centra en el valor de nuestras zonas de confort, de nuestras zonas de seguridad –la casa, el marido, los hijos- , pero advierte de que a veces una mirada puede hacer que todo se tambalee: la mirada de alguien que nos guste y que nos haga ver que de mantener la vista en sus ojos un poco más puede dar al traste con nuestra magnífica y aburrida existencia. No es el único poema en el que se traslada esta sensación de deseo prohibido, de insatisfacción. Puede ser también porque pronto aprendemos que no se puede tener todo y que para tener algo –estabilidad emocional, por ejemplo- hay que sacrificar muchas cosas.

Orain hilak ditugu está dividido en cuatro partes; la primera es más introspectiva; en la segunda habla sobre las relaciones personales y sobre el deseo; la tercera, mira hacia fuera, hacia la sociedad; y la cuarta parte, es un canto a la vida, de alguna manera. A la vida, en fin, que nos hace acumular derrotas y pérdidas, pero este poemario, de rima y composición libres, en el que hay poemas inolvidables y mucha musicalidad, parece decirnos que no debemos caer en el cinismo ni en la sensación de que estamos ya de vuelta de todo. La vida es lo que es, y duele, es cierto, pero es lo único que hay y los que seguimos aquí debemos celebrarla.

Txani Rodríguez

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