Dos niñas de once años desaparecen en un pequeño pueblo del Pirineo. Cinco años más tarde una de ellas aparece entre los restos de un coche accidentado en compañÃa de un hombre muerto. El caso, que se habÃa archivado, es abierto de nuevo y allà van una detective especializada en la búsqueda de niños desaparecidos y su mentor un veterano policÃa al borde de la jubilación. Bien, reconozcámoslo, la originalidad no destaca en el argumento de esta novela. Su autor está especializado en escribir series de televisión, seguramente tiene muy claro que es lo que gusta al público y quiere que sus productos alcancen a un número alto de lectores, asà que hay que darles lo que esperan, porque como decÃa hace poco un cineasta el público es más de derechas de lo que pensamos. Vamos, conservador, es decir, cómodo. Luego ya es labor de la ambición del escritor llevar al lector por caminos menos trillados.
MartÃnez lo consigue a medias. Trata de no ser demasiado obvio, intenta profundizar en sus personajes sin aburrir, coloca razonablemente bien las sorpresas en la trama, juega al despiste con los candidatos a culpables. Pero le pierde el exceso de páginas, la exhibición de barroquismo, lo ramificado de las explicaciones, los tópicos insalvables de cualquier novela policiaca que se precie, la necesidad de que el lector se crea el universo que se presenta. Seguramente el autor está acostumbrado a trabajar en universos cerrados, porque las series tienen que contar con un número limitado de protagonistas, y se mueve bien en ese terreno. La creación de la atmósfera del pueblo donde hay una acumulación de secretos y rencores y donde aparecen unos extraños hurgando en las intimidades de personas afectadas por el dolor y la sospecha, es muy verosÃmil. Y las actitudes de los personajes, lo que ocultan, porque aquà todo el mundo oculta algo, es plausible.
Por supuesto hay que contar muchas cosas para alcanzar el número de páginas de este volumen. Y AgustÃn MartÃnez lo hace con solvencia. A ratos. Hay momentos en que se aprecian bajonazos en la intensidad del relato, páginas que sobran, personajes que repiten lo que ya habÃan hecho o dicho. Pero hay momentos brillantes, Impactantes, sorprendentes. Monteperdido es un buen thriller, narrado con pulso firme, en un escenario que el autor domina y con una resolución muy acertada. Como corresponde a quien ha sabido llevar a buen puerto series televisivas como Crematorio. Quizá ya estén pensando en llevarlo a la televisión.
Félix Linares