Se sentÃa enamorado, excitado, caliente. Su objeto de deseo a dos metros escasos. Con esa carita inocente. Agradeció al cielo que no se le notara y dedujo Ãntimamente que esa serÃa la idea de quien diseñó la holgada sotana. Una sonrisa boba asomó en su comisura.
Roberto Moso