Charlie Parker, el detective que habla con los muertos

Charlie Parker, Bird, además de un famoso saxofonista de jazz, es un detective creado por el novelista John Connolly en la novela Todo lo que muere, publicada en 1.998. Diecisiete años y doce libros después Parker ha ido evolucionando desde aquel policía cuya mujer e hija fueron asesinadas, que se volvió loco, abandonó el cuerpo de policía y empezó a ejercer de detective privado, al que se le aparecían los muertos para ayudarle en su investigación, al calmado y descreído sabueso al que le van razonablemente bien las cosas, tiene una nueva relación sentimental y solo se entromete en asuntos que implican a gente que le resulta interesante.

El invierno del lobo parte de una premisa fantástica: un pueblo de Maine, con antecedentes misteriosos en Inglaterra, desde donde la iglesia fue trasladada piedra a piedra al otro lado del océano y que parece dominado por una secta satánica que favorece a sus habitantes a cambio de sacrificios humanos es el escenario de misteriosos sucesos. Un día una de las víctimas se escapa. Resulta que el padre de esa chica, un homeless que andaba recaudando dinero para contratar a Parker muere. Y Parker se siente llamado a investigar lo que está pasando.LIBRO El invierno del lobo

El personaje esta vez se toma su tiempo para avanzar en el conocimiento del caso, se muestra menos agresivo aunque hace su aparición en la narración con una escena de acción, e, incluso es menos protagonista que en otras ocasiones porque algo le aparta de su trabajo. Por supuesto por ahí andan Angel y Louis, dos asesinos profesionales amigos de Charlie, que siempre aparecen cuando son necesarios para protagonizar la parte violenta de la historia. John Connolly utiliza sin pudor todas las posibilidades de la narración. Cuando Parker está en primer plano utiliza la primera persona, quizá como homenaje a la novela negra clásica, pero se pasa a la tercera para los sucesos que se desarrollan lejos de la mirada del protagonista. El efecto es algo extraño, pero como apreciamos al autor se lo consentimos. Y, además, algunos otros escritores han empezado a utilizar el truco.

Lo grande de Connolly es que escribe muy bien, dosifica la narración, coloca bien los efectos, alimenta el suspense con inteligencia y consigue que la narración sea muy fluida. El retrato de los personajes es perfecto, cada uno de ellos habla con su voz perfectamente diferenciada, las conversaciones tienen la medida adecuada y no pierde el tiempo en facilitar la documentación aunque el lector siempre tiene la información suficiente. Y a pesar de esa aura fantástica de sus novelas, siempre da verosimilitud y realismo al desarrollo y solución de la trama. Se podía pensar que al ser un tipo de novela policiaca muy especializada podría acabar siendo esta una serie repetitiva. Quizá lo es, pero el autor siempre sabe dar una vuelta sorprendente a sus ficciones. A cambio si se aprecia un problema para el lector circunstancial que tiene que lidiar con argumentos y personajes que vienen de títulos anteriores. Es cierto que su aparición en este caso es secundaria pero el lector no habitual siente que se está perdiendo algo. Pequeños detalles. La lectura de la serie de Charlie Parker es toda una experiencia. No esperen mas y pónganse a la (agradable) tarea.

Félix Linares

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