Manuel Gutiérrez Aragón cuenta su película

Es bien sabido que el famoso guionista Ben Hetch escribió una novela titulada Los actores son un asco y cuentan que Alfred Hitchcok declaró: “Los actores son basura”. Mejor consideración que sus colegas tiene Manuel Gutiérrez Aragón sobre estos representantes del oficio imprescindible en la realización de las películas. De hecho Gutiérrez Aragón se dedica a hacer la pelota a los actores, les pone de guapos para arriba y considera que sin ellos las películas serían peores, bueno en realidad no existirían directamente. Eso sí, al contar algunos de sus encuentros con esos actores y actrices no puede dejar de sacar su lado oscuro. Así pues, ¿cuál es el propósito último de este libro? El halago se acaba en unas cuantas frases, las anécdotas de rodaje no abundan, ó al menos parecen muy pocas para lo que cualquier lector de este tipo de libros espera, y si lo que pretendía el autor era contar su vida podía haber utilizado la forma de una autobiografía convencional.A los actores.indd

A los actores es, en realidad, un capricho. Es bien sabido que Gutiérrez Aragón dejó el cine tras el rodaje de Todos estamos invitados, aparentemente por el bajo rendimiento en taquilla de sus títulos, y ahora se dedica a escribir y a sus tareas como académico. Tras tres novelas, alguna de las cuales ha sido premiada, ahora se ha puesto a hacer lo que se conoce como un libro personal. Efectivamente Manuel cuenta aquí su infancia, su fascinación por las historias proyectadas sobre una pantalla, habla de alguna de sus películas, manifiesta sus simpatías y se pone didáctico con algunas cuestiones exclusivamente cinematográficas, así que casi podemos encontrar aquí unas lecciones a la hora de hacer cine, al fin y al cabo también ha sido profesor. Y deja flotando la idea de que dirigir películas es una pelmada, o que a él siempre le ha costado más de lo razonable, quizá que no estaba llamado para esta tarea.

A los actores es un libro extraño por difuso, agradable por entrañable, incluso algo cotilla por desvelar algunos chascarrillos, pero es también un libro incoherente que nos sabemos a qué público va dirigido. Suponemos que a los aficionados al cine no excesivamente rigurosos y, quizá, a algún mitómano que espere encontrar confirmación aquí de sus filias y sus fobias. Más allá se nos hace improbable que haya interés en estas páginas que parece que han sido creadas con el único interés del desahogo de su autor. Pero, bueno, que correcto es, y atractivo en parte también, que quede claro. Y, por otra parte, permite revisitar algunas películas que teníamos olvidadas. Y es tan breve que nos sorprende que el autor no haya aprovechado para sacar a la luz más cuestiones interesantes de su vida y obra. Bueno, quizá es que no las ha encontrado. Pero eso nunca lo sabremos.

Félix Linares

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