Los relatos de Harkaitz Cano, selfies de la vida cotidiana

Arrokarik altuena es el título del relato que abre Beti oporretan, el último libro firmado por el que es uno de los grandes de nuestras literatura, Harkaitz Cano. Ese primer cuento, que transcurre en una isla del mediterráneo, y que técnicamente resulta perfecto, habla de la pérdida de la inocencia. Le siguen otros trece relatos en los que suceden muchas cosas: la traición se contonea por el borde de una piscina orientada al norte, la desgracia se embosca en un camping, o, como se cuenta en el estupendo Ospakizuna, la celebración del Tour de Francia se vuelve amarga. Nos encontramos también con una madre que huye de su marido en una ciudad de verano, con una periodista que va a buscar a un escritor tipo Salinger a un lugar remoto, o con una mujer casada que aprovecha las visitas a la cárcel que le hace a su hermana para verse con otro hombre.

Todas las historias de Beti oporretan, un libro en el que el humor es un elemento destacable, transcurren en la actualidad: “The age of Self. Segi makilaren lerro zuzenari. Azken helburua: ni”. Además, están muy pegados a nuestra vida LIBRO Beti Oporretancotidiana. Cano no tiene reparos en llevar a la literatura el Burger King, la revista Jot Down o el Ikea. Por cierto, el relato Ikea Cruxifición, que habla de las inseguridades, y las rutinas que pueden anular la vida sexual de una pareja es uno de mis favoritos.

Aunque no son la mayoría, hay algunos textos experimentales: entre ellos, destacaré Boeing 767, en el que a través del flujo de la consciencia, se narra la intensidad de ese momento en el que un avión se cae y nuestra vida desfila ante nuestros ojos, un momento de pánico como el que produce saber que perdemos para siempre a la persona que amamos. Para construir estas historias, Cano despliega todo tipo de técnicas y de puntos de vista, pero mantiene un estilo contenido, poco artificioso. Presenta situaciones, conflictos, personajes y permite que sean los lectores quienes extraigan las conclusiones últimas.

Pero a mí lo que más me ha gustado es la mirada que lanza Harkaitz Cano sobre nuestros días: una mirada de curiosidad antropológica, sociológica y me atrevería a decir que filosófica. La mirada, las observaciones y los detalles en los que repara el donostiarra son lo que definitivamente engancha a estas páginas que laten en las vacaciones, un periodo en el que parece que estamos condenados a ser felices, pero a menudo, como sucede en estos relatos -y como tan bien explica Harkaitz Cano-, la cosa se complica. En septiembre aumentan los divorcios, en septiembre, enfermamos de estrés postvacacional, porque hemos llegado a las piscinas cargados de frustraciones y hemos dejado que nos dé demasiado el sol, pero, sin embargo, conservamos el recuerdo de algunos días felices.

En Beti oporretan salimos todos nosotros. Ahí están nuestros selfies, los de quienes en alguna ocasión, hemos dibujado una sonrisa helada en la orilla del mar y hemos mezclado el salitre con las lágrimas.

Txani Rodríguez

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