Manuel Astur reinventa el ensayo emocional

Seré un anciano hermoso en un gran país es un ensayo emocional, un ensayo sin tesis, y, la verdad, ni falta que le hace tenerla. Como bien se señala en la contraportada, se puede narrar una época a través de una vida particular. Bien, pues esa particularidad, esa mirada personal, la ofrece el poeta, narrador y periodista Manuel Astur. Él, en el verano de 2015, se recluyó en su casa familiar de Grado para contar su historia, una historia que por tramos se parecerá a la de muchos de nosotros porque tiene este libro algo de canto generacional.

El escritor rememora sus primeros años: “mi infancia es una playa solitaria”, dice; y relata el día en el que dejaron el pueblo para instalarse en Oviedo. Habla de su adolescencia, cuando se enrareció y dejó de hablar con otros chicos de su edad pero, empezó, a cambio, a escuchar a la humanidad entera: empezó a escuchar música. Y esa decisión sería algo definitivo en su vida. LIBRO Seré un anciano hermosoLo primero que encontró fue el indie: “Lo cierto es que para el adolescente de catorce años que yo era, asqueado de sí mismo y de su país, buscando desesperadamente una identidad propia no manoseada, aquella música fue una salvación”.

Cuenta Astur cómo fue hardcoreta, skater, mod y que, al final, como si de una tribu urbana más se tratara, decidió que lo de que verdad quería ser era escritor. Entre tanto llegaban los primeros excesos, los primeros besos, los viajes a Madrid, donde estudió cine, un trabajo en una productora musical que concluyó con una especie de epifanía, la derrota y la victoria: dos meses después había dejado el trabajo. “Ya no tenía novia, ni chalet, y mi gato había muerto atropellado por un coche. Comenzó entonces el futuro; era el año 2008. El presente es mi futuro en llamas”, recuerda.

Y mientras pasa todo eso en la vida de Astur, el autor, a través de sus experiencias, nos habla del golpe de estado, de la caída del muro de Berlín, de la precariedad laboral, del progreso mal entendido, de la crisis, de la corrupción, en fin, de lo acontecido en estas últimas décadas. El panorama lo conocemos todos y sin embargo este relato crítico traslada optimismo y pundonor, no se escolla en ese tic furioso, estéril y, por desgracia, tan contemporáneo como es el de la crítica por la crítica.

En todo caso, creo que lo más sobresaliente de este ensayo son algunas de las reflexiones de Astur, especialmente, las que se fraguan en torno al modo en el que se generan los recuerdos y las nostalgias: “Porque se puede echar de menos lo que aún no se ha ido. Podemos añorar un presente en el que estamos metidos”. La verdad es que hay párrafos, páginas enteras en estas memorias, que están tocadas por la belleza, por el ritmo, por el lirismo y que vienen, además, envueltos en ideas y emociones.

Seré un anciano hermoso en un gran país es un libro emocionante y lúcido que nos pondrá en contacto con nuestros propios recuerdos y con sensaciones que aunque las hayamos sentido quizá nunca hayamos sido capaces de describir con la plasticidad y precisión que alcanza Manuel Astur. El ensayo desprende además cierta mirada humorística porque, la verdad, no creo que haya otra forma de hacer un análisis serio de lo que ha pasado ni de lo que está pasando. Continuará.

Txani Rodríguez

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