Jenny Offill, especulando sobre la vida en pareja

Departamento de especulaciones, una novela traducida por Eduardo Jordá, narra, en síntesis, la historia de una pareja: el momento en el que se conocen, cómo se enamoran, la forma en la que transcurre su vida en común, la manera en la que acusan el desgaste que los años casi siempre producen en las cosas de pareja. Sin embargo, la novela es mucho más que eso porque habla de la escurridiza naturaleza del amor. Y lo hace de un modo que resulta tan interesante como la historia misma. La autora, Jenny Offill, se sirve de una estructura fragmentaria, de un estilo impresionista, para ofrecer una nerviosa y vívida visión de conjunto. Los pequeños párrafos, que pueden recordar a la entrada de un dietario, son textos introspectivos que parecen responder a una articulación aleatoria, pero solo lo parecen, y no funcionan de acuerdo al monólogo interior. Así como en la vida se intercalan días decisivos y otros en los que no sucede gran cosa y podemos ponernos a pensar más allá de nuestro propio perímetro, LIBRO Departamento de especulacionesla novela combina párrafos más narrativos, que configuran la trama del libro, con otros igual de elocuentes que nos dejan ver con mucha nitidez a la narradora.

En esa línea, leemos: “Qué has hecho hoy, preguntabas al llegar del trabajo, y yo tenía que ingeniármelas para inventarme una anécdota de la pura nada”. También asistimos a confesiones íntimas: “Habría querido acostarse con otra gente, por supuesto. En especial con una o dos personas. Pero la verdad es que tiene un buen control de los impulsos. Eso explica que no esté muerta. Y también que se haya hecho escritora en vez de adicta a la heroína. Ella piensa antes de actuar. O para decirlo con más precisión piensa en vez de actuar. Eso es un defecto, no una virtud.

Este libro, considerado por la crítica norteamericana como uno de los más importantes de los últimos años, establece un diálogo entre la singularidad del yo, de las circunstancias personales, y la inmensidad del universo, y aparecen cosmonautas, cuasiastronautas, historias de amor cósmico y diversas reflexiones vinculadas a este campo. A veces, los datos científicos que arroja guardan relación con lo que les sucede a los personajes, y ese es uno de los elementos que más me ha gustado porque resulta original, pertinente y poético. Por ejemplo, cuando la pareja está a punto de enfrentarse a su crisis, Offill escribe: “En el año 2159 a.C., los reales astrónomos Hi y Ho fueron ejecutados por haber sido incapaces de predecir un eclipse”. Del mismo modo, son frecuentes las referencias literarias.

Departamento de especulaciones, que es el remite con el que la pareja protagonista se enviaba siempre cartas, reflexiona también sobre la vida en el campo y la vida en la ciudad, y ofrece párrafos tan inolvidables como el siguiente: “En su opinión es imposible sentirse tranquilo en las ciudades, ya que casi nunca podemos oír el canto de los pájaros. Nuestros oídos han ido evolucionando para ser nuestro sistema de alarma. Y en lugares donde no cantan los pájaros nos ponemos en estado de máxima alerta. Vivir en una ciudad significa vivir acobardados para siempre”. En resumen, Departamento de especulaciones es un libro que, creo, nos pone en contacto con nosotros mismos, y, de paso, con la buena literatura.

Txani Rodríguez

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