Los raros. Los siete jorobados de Emilio Carrere

LIBRO La torre de los siete jorobadosBasilio Beltrán es un jugador supersticioso. Lleva una moneda rota y dos cuernecillos de marfil pendientes de la cadena del reloj. Se sienta invariablemente a la izquierda del banquero; los viernes no juega, porque es un día nefasto, y cultiva con verdadero cariño la amistad de todos los jorobados de Madrid, porque cree que estas simpáticas y tristes tortugas humanas llevan en su mochila el talismán de la buena ventura”.

Así comienza La torre de los siete jorobados de Emilio Carrere. Cuando se publicó en 1924 la primera edición de esta novela, que sería la más conocida del poeta y narrador madrileño, pocos lectores sospecharon la curiosa historia de su gestación. Carrere era ya entonces un escritor conocido por sus versos modernistas y sus relatos costumbristas o fantásticos. Su afición al juego, las mujeres y la vida nocturna le habían acercado a la bohemia madrileña, cuya leyenda contribuyó a crear con poemarios como El encanto de la bohemia. Pero en realidad, el cínico Carrere nunca pasó hambre o necesidades, como sus desharrapados colegas. Fue funcionario del Tribunal de Cuentas y beneficiario de una herencia que le hubiera permitido vivir holgadamente de no haber sido tan manirroto.

Forzado a multiplicar los originales, a menudo entregaba a la edición relatos ya publicados con pequeñas modificaciones. Es el caso de Un crimen inverosímil, al que engordó con páginas en blanco e hizo pasar como obra nueva. Ante este panorama, la editorial hubo de contratar a un escritor novel, Jesús de Aragón, para que terminara el libro. Como muy bien se detalla en el prólogo a la reedición de Valdemar de 2015, fueron obra del hoy desconocido Jesús de Aragón las mejores partes del mismo: la creación de una ciudad judía subterránea en pleno centro de Madrid y los famosos siete jorobados, que en el original de Carrere era solo uno.

El resultado de la aportación de ambos autores es un sorprendente cóctel de aventuras, misterios sobrenaturales, magia y humor castizo. Siendo sobre todo esto último, la gracia que destila la atropellada e insólita trama, lo que la vuelve memorable. La torre de los siete jorobados cuenta la historia de un malvado mago jorobado, Victorio Sabatino, que roba y asesina a distancia valiéndose de sus poderes y de los siete secuaces del título. El ocioso Basilio Beltrán con la ayuda de un periodista, un inspector de policía y el arqueólogo Sindulfo del Arco, descubre la ciudad subterránea en la que se esconden y consigue rescatar a una de sus víctimas, antes de llegar a la torre y enfrentarse al maléfico corcovado en un apoteósico final.

Aragón y Carrere realizan con este argumento una descarada parodia de los estilos en boga: el del folletín de aventuras y el cuento de terror a lo Edgardo Poe, como llamaban entonces al escritor americano. Y consiguen un colorido ejemplo de literatura popular de éxito en la España de la preguerra, que ha pervivido por la disparatada imaginación de los autores y la comicidad que impregna buena parte de la obra. Así pues, hayan visto o no la célebre versión cinematográfica de Edgar Neville, les garantizo que tienen la diversión asegurada leyendo La torre de los siete jorobados.

Javier Aspiazu

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