Felipe Benítez Reyes y la vida del Ulises de Rota

Antonio, Antoñito, apodado el Rányer pero que finalmente será conocido como Toni es el narrador y protagonista absoluto de la nueva novela de Felipe Benítez Reyes, que llega ahora a las librerías una década después de que este escritor gaditano publicara Mercado de Espejimos. El azar y viceversa arranca unos años antes de la muerte de Franco, en Rota. Con la base militar refulgiendo sobre uniformes, galones, dólares y, en definitiva, con el “american way of life” como promesa. La madre de Antonio, una viuda que regenta una pescadería, y que parece atravesar una segunda adolescencia, frecuenta la compañía de los militares hasta que se casa con Fantomas, hermano de su difunto marido, tío de Antonio, por tanto, que no recibirá con agrado, precisamente, la noticia de la boda.

La estrechez económica y cierta tendencia al melodrama de su madre apartan de forma temprana al héroe de esta novela de los estudios. LIBRO El azar y viceversasí, crecerá ejerciendo distintos oficios (vendedor, camarero, ayudante de un fotógrafo…) y acariciando la idea de abandonar la casa de su padrastro. Hasta conseguirlo conocerá a trileros, matuteros, chamarileros, pequeños traficantes de medio pelo o ladrones de mantenimiento y echará el tiempo en el bar Hades, donde los parroquianos hablan sin mucho fundamento de teoría política y donde se respira la efervescencia de la transición. No faltará en la vida del Rányer la experiencia de vivir en una comuna, la Comuna Bakunin. Tendrá amoríos, se aficionará a la lectura, y adoptará las maneras de un pícaro con tendencia a las reflexiones filosóficas, a las inquietudes hondas y al descontrol. La oportunidad de abandonar la casa materna se le presenta un día en el que el hijo de un notario le pide que le suplante en la Facultad de Filosofía y Letras. Acepta y se muda con él a la ciudad de Cádiz donde la aventura no se detendrá.

El azar y viceversa es una novela con protagonista, ya decía, pero con una galería de personajes secundarios extraordinaria; el catálogo de personajes y de situaciones más o menos descabelladas, cañís, surrealista, es asombroso. Estamos ante una epopeya de mercadillo, ante un Ulises de Rota, ante una historia divertida, gamberra, tierna, escrita con mucho sentido del humor. Benítez Reyes que maneja los registros más cultos del idioma y también sus giros más coloquiales nos ofrece una prosa muy trabajada, con muchísimas frases redondas, y más de una reflexión que echarnos a la moleskine. Las alrededor de 500 páginas de la novela se leen sin darnos cuenta y al apartarnos de ese abigarramiento de personajes e historias obtenemos no solo el retrato de una época sino la sensación de que hemos conocido a un tipo entrañable a su manera que como confiesa ha logrado, a pesar de todo, ha sido una persona venturosa y hasta tirando a feliz.

Txani Rodríguez

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