El Tocho. El cazador Turguéniev

LIBRO Del álbum de un cazadorFue en Otoño. Llevaba varias horas vagando por los campos con mi escopeta y probablemente no habría regresado hasta el crepúsculo a la posada de la carretera de Kursk donde me esperaba mi troika, si una lluvia extraordinariamente fina y helada, que me había acechado desde principios de la mañana, fraccionada y sin piedad como una vieja solterona quejica, no me hubiera obligado al fin a buscar algún asilo cercano para resguardarme. Considerando en qué dirección ir, mis ojos tropezaron con un cobertizo diminuto junto a un campo de guisantes. Me aproximé, eché un vistazo bajo el techo de paja y vi a un anciano tan decrépito que me hizo pensar en la cabra moribunda que Robinson Crusoe se encuentra en una de las cuevas de la isla”.

Así comienza uno de los relatos que integran Del álbum de un cazador de Iván Turguéniev. La primera de las obras importantes del autor ruso, maestro de la literatura realista en su país junto a Dostoievski y Tolstoi, puede encontrarse también traducida con el título más escueto de  Relatos –o apuntes- de un cazador. Aunque empezó a publicarlos en la revista El contemporáneo en 1847, no aparecieron en forma de libro hasta cinco años después.

Las descripciones de la naturaleza, líricas, coloristas e ingeniosas, como demuestra el párrafo que hemos leído al comienzo, constituyen el lado más estético y optimista de este libro, que deja en general una impresión desoladora de la sociedad rural rusa de mediados del siglo XIX. Las excursiones como cazador del joven Turguéniev son el hilo conductor de la obra, y le sirven al autor para presentarnos en encuentros azarosos por el campo, a los más diversos personajes, protagonistas de los diversos relatos, desde aristócratas hasta vagabundos, pasando por pequeños propietarios que han comprado su libertad, siervos apaleados, campesinas enamoradas de sus amos, terratenientes empobrecidos e incluso hombres “santos”, como el enano Kasián.

Aunque el tono es siempre neutro y no hay juicios de valor, la perspectiva del liberal Turguéniev, que inició la redacción de estos cuentos al poco de su vuelta de Alemania, es decididamente crítica, y casi nadie se libra de ella. No es solo que los terratenientes de su país, dueños de almas y haciendas, sean crueles y caprichosos, sino que sus funcionarios, los intendentes, son brutales y corruptos, los campesinos, fatalistas y resignados a su esclavitud, y las clases instruidas, neuróticas e incapaces, como prueba el personaje principal de unos de los últimos cuentos, el titulado Un Hamlet del distrito de Chigorski.

Tras la publicación de los Relatos de un cazador, Turguéniev fue detenido y sometido a arresto domiciliario durante dieciocho meses. Pero a la larga, la repercusión social de estos relatos fue enorme y pudieron influir en la decisión del zar Alejandro II de abolir la servidumbre en 1861. Tolstoi los consideró lo mejor que escribiera Turguéniev, autor también de novelas célebres como En vísperas o Padres e hijos.

La edición más reciente de estos cuentos en castellano, perfecta si no contuviera varias erratas, es la que publicó El Aleph en 2011 con el título: Del álbum de un cazador, de Iván Turgueniev.

Javier Aspiazu

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