Dice el autor de este libro que la práctica cientÃfica debe parecerse a comer cerezas con los ojos cerrados porque si los tenemos abiertos siempre elegiremos las piezas que mas nos interesen en cada momento y asà se manipula la realidad. No es mala idea. Y tampoco divulgar la ciencia recurriendo a metáforas, ejemplos y anécdotas, que sirven para simplificar la excesiva complejidad de estos asuntos, al menos a ojos de los humanos no especializados. Estupinyà no es cientÃfico, pero si periodista y escritor especializado en el ramo y lleva ya un par de libros que abordan diferentes aspectos de la ciencia (El ladrón de cerebros. Compartiendo el conocimiento cientÃfico de las mentes más brillantes y S=EX2. La ciencia del sexo) y ha realizado una serie de televisión que quizá haya sido ya emitida, aunque no podrÃa asegurarlo, este tipo de programas suelen salir al aire sin demasiadas alharacas.
Lo que nos importa ahora es esta segunda entrega de El ladrón de cerebros, que es lo único que he leÃdo de Estupinyá. Aquà nos lleva desde el origen del universo hasta la operación de cerebro pasando por multitud de cuestiones no demasiado ordenadas siguiendo sus viajes y divagaciones, pareciéndose bastante a Michael Moore en sus documentales; vamos que sale mucho para explicarnos sus conversaciones con gente importante, al estilo Punset por centrarnos, y, si se me permite, con su mismo farragoso estilo. Verán, la divulgación es muy complicada porque se trata de hacer comprensible a personas que no saben nada sobre algo, algunas cuestiones demasiado difÃciles. Hay gente que lo hace muy bien, y nombro a Isaac Asimov porque el mismo Estupinyà le cita en este libro, que era bueno hasta contando la historia de la humanidad y las obras de Shakespeare, cuanto más los aspectos cientÃficos en los que era experto, y otros que, quizá por no dominarlo totalmente, se pierden un poco entre situaciones.
El ladrón de cerebros es un libro muy ambicioso, pero no pone al servicio del lector todas las herramientas para dominarlo y, además, es muy caprichoso con los ritmos y el espacio dedicado a cada tema. Y hay una excesiva inclinación hacia los temas más populares, desde el sexo a la alimentación, lo que le lleva, en ocasiones, a parecerse a un libro de autoayuda. Contra toda evidencia el autor desecha el determinismo y hace saber a cada uno de sus lectores que es capaz de los mayores logros a nada que se esfuerce, cambie de vida, descubra lo que le conviene, y si lo suyo no es la dieta mediterránea no pasa nada, lo que tienes que hacer es leer sus libros y ver su próxima serie de televisión. Y luego acusa a Roger Penrose de ser superficial. Bueno, yo creo que en este libro hay grandes verdades y un acercamiento interesado a la disciplina cientÃfica, pero ustedes deberÃan manejar siempre la incredulidad porque me temo que en esta materia lo desconocido es mucho mayor que la certidumbre. Aunque, y en eso si hay que darle la razón al autor, la ciencia avanza a gran velocidad y seguramente tendremos oportunidad de sorprendernos enormemente cada uno de los dÃas por venir.
Félix Linares