Rosa Montero, la vejez y los aledaños argumentales

La protagonista de La carne, la nueva novela de Rosa Montero, es Soledad, una mujer de sesenta años, atractiva, inteligente y con el amor propio herido. Su último amante, un hombre mucho más joven que ella, la deja cuando se entera de que su mujer está embarazada. Un día se entera de que va a coincidir con él de nuevo en la ópera y ni corta ni perezosa se decide a contratar a un gigoló de treinta años para darle celos. En principio, solo contrata los servicios de scort para que la acompañe al teatro, pero, por supuesto, todo se va a complicar.

La carne es una novela bien estructurada, que dosifica bien los puntos de giro, y que responde al oficio de esta autora. La historia avanza y los lectores nos mantenemos intrigados por el qué pasará y por el cómo terminará la historia. Además, el libro está trufado de breves biografías de escritores malditos, un asunto que ocupa a la protagonista porque está preparando una exposición al respecto para la Biblioteca Nacional.LIBRO La carne

Como digo, la historia entretiene y atrapa, sin embargo, y esto ya es cosa mía, me han interesado mucho los aledaños del argumento. Hay en La carne reflexiones muy interesantes sobre la resistencia a envejecer y sobre la pasión amorosa rayana en la locura, un adictivo y vital líquido trágico que inoculamos a nuestras vidas una vez y otra, como si nos estuviéramos avisados. “¿Todo los amores eran obsesivos? ¿O quizá las obsesiones se disfrazaban con la apariencia del amor para parecer algo más bello que un simple desequilibrio mental?”, leemos. Sobre la vejez hay también pasajes tan  subrayables como el siguiente: “Una de las cosas más ridículas que la edad conlleva es la cantidad de trucos, potingues y ortopedias con las que intentamos combatir el deterioro: el cuerpo se nos va llenando de alifafes y la vida, de complicaciones.  Eso se ve claramente en los viajes: de joven eres capaz de recorrer el mundo con apenas un cepillo de dientes y una muda, mientras que cuando te adentras en la edad madura, tienes que ir añadiendo a la maleta infinidad de cosas”. La mirada irónica de Rosa Montero, marca de la casa, está presente, claro,-ya se ve- en estas páginas.

En resumen, La carne es una novela que se devora y que aborda varios temas enjundiosos: la locura, el amor, la vejez. Y son las reflexiones de la autora, su mirada, los detalles, lo que más me ha gustado de esta lectura. Al terminar de leer este trabajo, pensé que al asunto de la pérdida de la juventud le puede echar Montero muchas páginas más. Sería interesante. Veremos.

Txani Rodríguez

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