Hipólito G. Navarro, el retorno del escritor paralizado

La vuelta al día supone el regreso de Hipólito G. Navarro a la actualidad literaria tras doce años en barbecho, como él mismo dice en el prólogo que abre este trabajo. Fue al parecer la resistencia a reunir estos textos acumulados con el tiempo bajo un paraguas común lo que explica esa parálisis temporal. Finalmente, el autor de Huelva ha dado con una estructura que, junto al aliento de colegas, amigos y lectores, le ha convencido de que estos cuentos debían salir a luz.

El libro se divide en cinco partes. La primera se titula Ángeles de la guardia, y acoge cuentos  que nacieron con vocación de prólogo; la segunda y más extensa es En el fondo de la memoria, que aglutina algunas historias de amor que acaban bien. libro-la-vuelta-al-diaNo podía imaginar que todo fuera a resultar tan fácil”, dice uno de los personajes contraviniendo la creencia de que las historias felices no cuajan. Pero en este apartado flota también la idea de lo mucho que podemos llegar a desconocer a la persona que amamos y a nosotros mismos. En torno a esa certeza, construye G. Navarro uno de los textos que más me han gustado y que da título a esta segunda parte. Se trata de un cuento nervioso, sorprendente y hábil. En el tercer capítulo, Los artistas cautivos, el mundo del arte, tomado desde varios y originales puntos de vista, toma protagonismo. Cuidado con quien se junta reúne tres textos –el último bastante gamberro- que, según el autor, “no habrían existido de no mezclarse con gente verdaderamente admirable”.  La vuelta al día, capítulo con el que se cierra el libro, agrupa textos que juegan con la estructura, cuentos divertidos, pero también con dos últimos relatos muy potentes, algo tristes, que podrían apuntar una nueva etapa del autor más autobiográfica y seria.

En todo caso, si nos alejamos de la estructura, y dejamos que reposen en nuestro interior todas las historias de La vuelta al día nos quedará el sabor de la aldea –un ecosistema literario en el que sobresale Tantas veces huérfano-, la nostalgia por el tiempo perdido, la felicidad de la conquista, el aturdimiento que provoca amor, la compresión amarga de acontecimientos del pasado, la extrañeza, la sensación de que algo de nuestro viejo mundo se pierde o se transmuta en torpes representaciones.

Queda también una media sonrisa, provocada por el humor y por el carácter lúdico que recorre muchos de estos cuentos. Y por el disfrute que concede entrar y salir de tantas y tan diferentes vidas que G. Navarro recrea con tanto detalle que hace que leamos sin pestañear. Lo mismo da que nos hable de un niño que ayuda en una forja o de un minero o de un veraneante: todo suena a verdad. Una verosimilitud que consigue transmitir a través de un espléndido uso del lenguaje porque esta lectura nos conduce desde los más altos registros hasta los giros más coloquiales. Más de un mundo propio, en definitiva, en esta colección de cuentos que ha visto final y felizmente la luz.

Txani Rodríguez

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *