La Primera Guerra Mundial ha servido de argumento para un gran número de cómics ambientados, sobre todo, en el escenario infernal de las trincheras. Aquellos agujeros en los que los soldados malvivÃan antes de caer bajo el fuego enemigo eran también el lugar donde manos desesperadas escribÃan cartas a sus madres y mujeres, cartas de amor primero, relatos terribles después y, al final, dramáticas despedidas ante la inminente llegada de la muerte. Millones de cartas fueron enviadas por los soldados desde el frente, y cada paÃs organizó de la mejor manera posible el servicio de correos para que las misivas llegaran a su destino, poblaciones en las que, a causa de la guerra, los únicos habitantes eran ancianos, mujeres y niños.
Y asà llegamos al argumento del cómic que hoy nos ocupa, titulado El cartero de las mujeres. Dos autores franceses, el guionista Didier Quella-Guyot y el dibujante Sébastien Morice, nos trasladan a una pequeña isla de Bretaña donde las mujeres trabajan en casa y en el campo esperando el regreso de sus hijos, maridos y hermanos. En la isla sólo queda un hombre joven, Maël, que nació con un pie torcido y no es apto para el ejército. Un chico tÃmido y simplón, que nunca ha tenido novia y al que su padre desprecia y maltrata. Sin embargo, a pesar de su defecto fÃsico, tiene el vigor de la juventud y sabe andar bien en bicicleta, lo que le convierte en candidato ideal para sustituir al cartero, otro más de los que han tenido que ir a la guerra. Y de esta forma, gracias al conflicto bélico, el pobre Maël, el tontorrón, el patizambo, el joven al que nunca miran las mujeres, se convierte en el nuevo cartero, el encargado de repartir la correspondencia por toda la isla. Esposas y madres le reciben con cariño, le ofrecen café y galletas y él les da conversación. En ese ambiente de intimidad Maël aprende a entender a las mujeres, es amable y comprensivo, la soledad empieza a pesar demasiado y, finalmente, muchas de ellas se entregan al joven cartero de forma natural y placentera.
AsÃ, mientras en el continente se vive el horror de la guerra, la isla se convierte para Maël en un paraÃso, una situación insólita que, obligatoriamente, debe terminar. En el tercio final del álbum los autores añaden sombras a la historia, hay hechos dramáticos evidentes y alguno que deja sospechas. Tras la guerra, la isla vuelve a la normalidad, y todas las dudas planteadas se aclaran 40 años después, en un espléndido epÃlogo que encaja las piezas y convierte a El cartero de las mujeres en un cómic totalmente recomendable. No os lo perdáis.
Iñaki Calvo