Neil Gaiman es mundialmente conocido por ser el guionista de Sandman, una serie de cómic de enorme prestigio en todo el mundo, donde Gaiman saltándose el origen del personaje principal creó un universo fantástico a mitad de camino entre Shakespeare y William Blake al que ha regresado en alguna ocasión y sobre el que otros autores guardan tal respeto que nadie se ha atrevido a abordarlo directamente. Pero Sandman es el pasado de Gaiman. Él, además, ha ido construyendo una obra literaria que incluye narraciones fantásticas, terrorÃficas y a veces fantacientÃficas. Neil Gaiman es un autor muy personal y el encanto de su prosa se refleja, mejor que en novelas, algunas muy famosas como American Gods, Coraline o El libro del cementerio, en los relatos que ha escrito a lo largo de su carrera y que ha publicado en volúmenes como Humo y espejos, Objetos frágiles y ahora Material sensible, posiblemente su mejor antologÃa.
Es cierto que se puede acusar a Gaiman de repetitivo, que es esa palabra que ocultamos tras el eufemismo de tener un estilo muy acusado, pero si se sabe espaciar la lectura de los cuentos uno siempre encuentra elementos interesantes en todos ellos. Por ejemplo, una escritura cuidadosa y espolvoreada con términos que la inclinan al encanto; unos personajes ambiguos que saltan la frontera entre el bien y el mal con una facilidad asombrosa, algunas sorpresas hábilmente diseminadas por la narración y un final siempre apropiado a lo que nos han contado anteriormente. Gaiman sabe que sus seguidores quieren que vuelva a los mundos ya creados y aquà encontrarán un relato que pertenece a la serie de American Gods, una narración sobre Sherlock Holmes que viene a explicar su longevidad y permanencia en el tiempo y que podrÃa aplicarse a otros héroes inmortales, una historia perteneciente al universo de Doctor Who, la longeva serie televisiva inglesa y un sentido homenaje a Ray Bradbury, uno de esos autores que es reconocido fuera del mundo de la fantasÃa y que, sin duda alguna, marcó la infancia de Gaiman y basta comparar las narraciones de ambos para darse cuenta de esa influencia.
Muchas veces los antologistas se dirigen a Gaiman, porque saben que su nombre vende y prestigia un volumen de cuentos colectivo, y le piden relatos para un volumen proyectado con cualquier motivo. Gaiman suele aceptar frecuentemente y después los reúne en sus propios libros y de ahà que las narraciones que se acumulan en este volumen necesiten de notas introductorias para explicar su origen. Algunos cuentos son muy breves, incluso adoptan formas de poemas libres, otros se amontonan bajo un solo epÃgrafe como el calendario de cuentos que presenta doce narraciones diferentes, y otros son, simplemente una muestra del buen hacer de este autor. Creo que este libro puede ser una buena puerta de entrada al universo Gaiman un lugar apasionante, perturbador, asombrosamente real y misteriosamente ajeno. Y después pueden intentarlo con Sandman que, creo, sigue siendo la cima de su creación.
Félix LinaresÂ