Los maravillosos relatos de hadas-mujeres de Angela Carter

La editorial Impedimenta acaba de publicar un libro que tira a acontecimiento. Se trata de los Cuentos de hadas de Angela Carter, una voluminosa compilación traducida por Consuelo Rubio Alcover. Tenemos que matizar que, en realidad, hay pocas hadas en estas páginas, y que se trata más bien de “cuentos maravillosos” que, en todo caso, están protagonizados a menudos por mortales cualquiera, no por los héroes que pueblan los mitos. Estas historias son en su mayoría optimistas y suelen tener un final feliz, aunque hay excepciones como la versión que aquí se nos presenta de la Caperucita Roja. El hecho de que no acabe como se espera se debe a que Angela Carter ha evitado elegir historias que hayan sido mejoradas por sus compiladores de forma demasiado explicita. Así mismo no ha cercenado el lenguaje grueso o ciertas escenas. En su opinión, la extirpación de las referencias a las funciones sexual y excretora, la atenuación de las escenas sexuales y las reticencias a la hora de incluir material poco delicado (o sea, chistes de contenido obsceno) contribuyeron a desvirtuar el concepto de cuento popular para ”convertir el entretenimiento universal de los pobres en refinado pasatiempo para las clases medias”. Carter, en efecto, no censura palabras. libro-cuento-de-hadas-2Por supuesto, hay que señalar que estos cuentos de hadas no van dirigidos al público infantil sino que apelan al mundo adulto y tratan de captar el sentido de la vida.

Las historias solo tienen una cosa en común: todas están protagonizadas por mujeres. Tal y como se señala en el epílogo, los sentimientos de solidaridad de Carter inflaman toda su obra y le da la vuelta a relatos que partían de parámetros misóginos. Y hay cuentos como Una ración de sesos en los que su punto de vista se manifiesta con claridad. Este relato nos presenta a un imbécil, dice textualmente, que quiere comprar una ración de sesos para ser un poco menos tonto. Visita a una sabia y por el camino se casa con una mujer. El cuento termina con la sabia diciéndole al tonto que ya tiene su ración de sesos. ¿Dónde están?, pregunta él. En la cabeza de tu mujer, le responden. Las dos últimas líneas son las siguientes: “Así que se fueron juntos, y nunca más quisieron comprar una ración de sesos, pues la esposa tenía suficientes para los dos”. Bueno, era un ejemplo, pero el libro está lleno de mujeres: ancianas, jóvenes, niñas, mujeres de todo tipo y condición.

Carter, lectora empedernida del folclore de todo el mundo, encontró estas historias recopiladas en diversas fuentes repartidas por diversos lugares, y llama la atención que haya  distintas versiones de una misma historia. Ella explica este curioso fenómeno al mantener que “los cuentos son una simiente que distintos pueblos han ido sembrando a su paso por distintas regiones del planeta”. Son historias que se transportan como si fueran una bolsa de viaje y se ha repartido por el mundo entero “un mismo legado imaginativo de angustias, preocupaciones y afanes”.

Angela Carter nació en Inglaterra en 1940. Fue evacuada por la guerra, se casó, abandonó a su esposo y se fue a Tokio y a su vuelta enseñó en varias universidades de Europa, Australia y Estados Unidos. Publicó varias novelas y volúmenes de relatos. The Times la incluyó en una lista de los 50 escritores más importantes de Gran Bretaña posteriores a 1945. Y dicho todo esto y habida cuenta de las fechas en las que estamos, me animo a añadir que el contenido asombroso de estos cuentos se presenta en una delicada  edición de tapa dura y simpáticas ilustraciones, con lo que –hay que decirlo- puede ser un buen encargo para el Olentzero.

Txani Rodríguez

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