Las estupideces del mundo laboral, según Ruiz García

Daniel Ruiz García es un escritor con mucho sentido del humor. Dejó buena constancia de ello en su anterior novela Todo está bien, donde retrataba a una serie de políticos en sus momentos más estrepitosamente ridículos. Tiene otros libros anteriores pero como no los conozco no puedo reseñar su nivel de gracia. Después ha ganado el premio Tusquets con La gran ola, una novela sobre la empresa y ciertos aspectos extravagantes relacionados con ella como la inclusión de los coach como motivadores de la producción. Y esperaba encontrarme con otra novela divertida a la vez que crítica. Bueno, crítica lo es un rato, pero a este hombre ha debido acabársele el sentido del humor. O es que el tema, después de todo, no permite demasiadas alegrías.

La gran ola es una novela terrible, descarnada, oscura y desesperanzada sobre una serie de trabajadores y sus jefes y los jefes de estos y el sumo propietario, todos ellos expuestos a la tormenta de sus miedos y de las ocurrencias de sus superiores. Sí, hasta el jefe tiene superiores: el mercado. Hay aquí un aparente protagonislibro-la-gran-olata, un jefe de sección en una empresa de detergentes, que tiene que despedir a alguien porque ha bajado el rendimiento de su grupo. El tipo lo hace y parece que se arrepiente y que se convertirá en un personaje atormentado por sus hechos, pero también tiene un hijo que es acosado en el colegio y una mujer que le ignora, y un jefe que le acogota y un coach que quiere convencerle de que la vida es estupenda, pero solo porque la empresa lo permite, porque ahí fuera hace frio, pero nada, la cosa no va por ahí.

A partir de este personaje Ruiz García va ampliando el encuadre y nos muestra al resto de compañeros del protagonista, sus métodos para vender, sus formas de trepar en la empresa, la manera en que el jefe, los jefes, se encargan de vigilar y atormentar a sus inferiores. Y aquí no se salva nadie porque todos, incluso, nuestro protagonista, se comportan como los miserables que son. Y no nos podemos aliviar con la risa que atravesaba su novela anterior.

Daniel Ruiz García es también un magnifico escritor. Sabe relatar como pocos y manejar a sus personajes con una precisión que no sabemos si nace de un talento natural o de una enrevesada reescritura del texto, pero todo parece tener el tiempo perfecto, la duración adecuada, las transiciones meticulosas, el crescendo milimétrico. Y no les he hablado de la jefa de departamento inútil, de su secretaria siniestra y vengativa, del espía del jefe supremo, del pasado impresentable del coach, del vendedor en el burdel, del cliente insaciable y de tantos personajes que nos arrastran en la lectura.

Cuando terminamos la novela, pronto, apenas tiene doscientas cincuenta páginas, tenemos que empezar de nuevo su lectura para descubrir que, además, Daniel Ruiz García hace literatura de alto nivel. Pero es que es tan bueno creando situaciones y espoleando al lector que puede pasar inadvertida la altura de su prosa. Ya estoy esperando su siguiente novela. Seguro que a ustedes todavía les quedan esta y la anterior para disfrutarlas. Háganlo, será un perfecto aliciente para subir la cuesta de enero, aunque nos deje algo maltrecho el ánimo. Pero, después de todo, no pensarán que este año va a ser bueno ¿verdad?

Félix Linares

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