El comictario. El Solar, del gran Alfonso López

Sea por cosas del destino, o por casualidad, lo cierto es que en poco más de un mes se han publicado varios cómics relacionados con la Guerra Civil, todos ellos excelentes. Hace dos semanas hablábamos de la séptima entrega de Paracuellos, la serie de Carlos Giménez sobre los hogares del Auxilio Social. Luego le llegó el turno a Doctor Uriel, la azarosa historia de un médico humanista en pleno conflicto bélico firmada por Sento Llobell. Dos obras maestras a cargo de dos ilustres veteranos a las que ahora añado una tercera, El Solar, un vistazo ácido e irónico sobre el oscuro período de la posguerra a cargo también de otro gran veterano, Alfonso López.

Con una prosa rica en juegos de palabras y diálogos chispeantes, el autor nos sumerge en la España de 1947, el “Undécimo año triunfal del glorioso Alzamiento Nacional“. Es la época de la autarquía, el hambre y la escasez, en la que los próximos al franquismo se enriquecen y el gran contingente formado por los perdedores de la guerra intenta sobrevivir cada día a duras penas. Corre el mes de enero y la dictadura cierra el último campo de concentracióncomic-el-solar que mantenía en funcionamiento, ubicado en Miranda de Ebro. De allí sale el prisionero Pepe Gazuza después de cumplir su condena y, como tantos otros, marcha a “la ciudad” (cualquier ciudad) en busca de un pariente, en este caso su hermano, que le ayude a reiniciar su vida.

Como también era habitual en esos tiempos, el pariente ha huido a otro lugar mejor, y nuestro Pepe Gazuza, solo en la ciudad, se aloja en la típica y tópica pensión llena de personajes pintorescos: la patrona que mira el céntimo con lupa, el ex-combatiente de la División Azul que hace gala de su devoción fascista, un viajante que vende maracas, un judío en tránsito hacia su futuro país y una misteriosa y bella mujer rubia, llamada Ingrid, de la que Pepe Gazuza se enamora perdidamente. Y fuera de la pensión encontramos otra galería de personajes, como la chica que va del pueblo a la ciudad para servir, el militar nazi de paso por España hacia un refugio donde ocultarse e, incluso, un “topo“, una de las tantas personas que, tras el triunfo franquista, vivieron ocultas en sótanos y buhardillas para evitar la cárcel o el paredón.

Una época cruel y tenebrosa retratada de forma magistral por Alfonso López, con ese toque de humor negro y crítica social que caracterizaba las grandes obras de Luis García Berlanga o de Fernando Fernán Gómez. El Solar es el retrato de un país miserable en el que triunfaban las maracas de Machín y las faenas del torero Manolete. Hasta Franco hace una breve aparición, cagando en el campo. Una forma como otra cualquiera de denunciar que el dictador se cagaba, sin ningún problema, en cualquier lugar de España.

Iñaki Calvo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *