Hace más de 80 años, allá por la década de los 30 del pasado siglo, los periódicos estadounidenses fueron el soporte para una auténtica época dorada del cómic. DÃa tras dÃa y, sobre todo, en planchas dominicales a color, la prensa publicaba las aventuras de personajes que son leyenda del noveno arte como Tarzán, El PrÃncipe Valiente, Buck Rogers, Terry y los Piratas, Dick Tracy, Flash Gordon, Jim de la Jungla, Mandrake el Mago, Agente Secreto X-9 ó El Fantasma. Un universo de héroes que sirvieron para generar una auténtica industria en torno al cómic y también para hacer que millones de ávidos lectores se olvidaran, o soportaran mejor, los problemas sociales y económicos provocados por la Gran Depresión.
Entre los autores de aquellos cómics destacaba uno sobremanera, Harold Foster, un ilustrador publicitario canadiense que se mudó a Chicago con su mujer y sus dos hijos en 1921. Conocedor de su arte, a finales de 1928, un empresario amante de la literatura y el teatro apostó por él para adaptar al cómic la novela de Edgar Rice Burroughs Tarzán de los monos. Fue un contrato de diez semanas para que Foster dibujara en 300 viñetas la historia de Tarzán y, curiosamente, se publicó por vez primera en Inglaterra, en noviembre de 1928. Poco después, el 7 de enero del 29, la tira debutó en EEUU, el mismo dÃa que otro personaje mÃtico, Buck Rogers, pero su estreno inglés otorga a Tarzán el honor de ser la primera tira de aventuras protagonizada por un héroe adulto. Tras esta primera experiencia Foster volvió a la publicidad y fue sustituido por el dibujante Rex Maxon, que no gustaba nada a Rice Burroughs.
Tras varias peticiones expresas del escritor, Harold Foster fue finalmente contratado para dibujar la página dominical a color del hombre mono. Un trabajo que se prolongó durante casi seis años, desde el 27 de septiembre de 1931 al 2 de mayo de 1937. 293 planchas maravillosas que ahora podemos disfrutar de un tirón en el magnÃfico integral publicado por Yermo Ediciones y que es el origen de este comictario. Un volumen imprescindible que recoge el soberbio trabajo de Harold Foster y se completa con abundante documentación. A lo largo de estas páginas legendarias Tarzán se enfrenta a todo tipo de peligros, desde egipcios a vikingos, pasando por traficantes de esclavos, ciudades misteriosas, dinosaurios prehistóricos y las fieras y tribus de la selva. Todo bajo el prisma de un Harold Foster que fue perfeccionando su dibujo hasta terminar su trabajo con Tarzán y dar el salto a la que serÃa su obra definitiva, El PrÃncipe Valiente. Por cierto,  quien sustituyó a Foster al frente de Tarzán fue ni más ni menos que el gran Burne Hogart. Pero eso, como dirÃa aquel, es otra historia.
Iñaki Calvo