Kattalin Miner y los sinsentidos del ahora

Nola heldu naiz ni honaino es el elocuente título de la primera novela de Kattalin Miner, periodista y militante feminista, nacida en Hernani en 1988. La protagonista absoluta de la historia es Jezabel, una mujer que no ha alcanzado aún los cuarenta, a la que acaban de ascender en su trabajo: la nombran directora de proyectos por su carácter resolutivo. Además, acaba de recibir una sustanciosa herencia. Con ese dinero y un préstamo no muy abultado se compra un piso porque, entre otras cosas, se convence de que esa es la mejor inversión posible.  Jezabel, que parece moverse segura por la vida y que siempre cree saber lo que quiere, se sorprende, sin embargo, titubeando ante una decisión trivial. El banco, tras la firma de la hipoteca, quiere hacerle un regalo, y le da a elegir entre un menaje de cocina o un televisor. El hecho de que no se decida inmediatamente angustiará de manera imprevisible a Jezabel.

Sin avanzar mucho en la lectura, sabemos otros datos de su vida: hace dos años que rompió con Lucia, pero sigue viéndose con ella, bebe sola algunos jueves por la noche y tiene reservado un viaje a Italia para Semana Santa. También sabemos que detecta el machismo que se desliza en ciertas expresiones aparentemente banales, y que la vida en su progresión más previsible -casarse, tener hijos, comprarse un monovolumen y hacer los sábados la compra- semanal la deprime: “Baldarrak dira familiak-nahiz sarri efikaziaz josiak- auto familiarretan haurrak beren aulkitxoetan lotu, aste osorako erosketa boluminosoak atzeko atean sartu, eta satisfazio aurpegiz misioa konplitu dutela uste dutenean”. Quieren creer, reflexiona Jezabel, que detrás de esas acciones hay decisiones sólidas, pero, a pesar de eso, algunas noches le angustia preguntarse cómo han llegado a eso. Nola heldu naiz ni honaino? Entre todas esas tribulaciones, Jezabel se medio obsesiona con la noticia de la desaparición de una joven, Ane. Sigue el caso a través de los medios de comunicación y a menudo se pregunta por su paradero.

Con todos esos elementos, esta novela de corte reflexivo, con abundantes digresiones -destacan las que giran alrededor del café- se interroga sobre la identidad personal, sobre si sabemos siquiera qué es lo queremos, sobre lo que esperamos del amor y del sexo, sobre, de alguna manera, el sentido que le damos a nuestras vidas. La tensión narrativa se somete, pues, al análisis, aunque las observaciones que contiene son muy interesantes y dan un tono real y fuerza al personaje de Jezabel. El proyecto de Nola heldu naiz ni honaino obtuvo el año pasado el premio Igartza, concedida por el ayuntamiento de Beasain, la empresa CAF y la editorial Elkar.

Txani Rodríguez

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