El talento de Mr. Rumpole y el sarcasmo del señor Mortimer

El abogado Horace Rumpole, que confiesa encontrar “en la justicia británica una fuente inagotable de diversión inofensiva”, es un personaje literario muy conocido y querido en Inglaterra. Por estos lares, esta divertida ficción judicial, toda una saga, no había sido traducida hasta el momento. Ahora, gracias a la editorial Impedimenta y a la minuciosa labor de traducción de la alavesa Sara Lekanda Teijeiro, ya tenemos en las librerías al bueno de Rumpole, un tipo que conoció tiempos mejores (alguno de sus casos leo llevó incluso al The Times), que cita a Worswoth y Shakespeare un poco a lo loco y por todo lo alto, y que suele decantarse por los maleantes, los villanos de barrio y por el colorista paisanaje de los bajos fondos. Además de su vida laboral, sabemos que vive una casa que describe como “una superficie cavernosa”, que tiene un hijo y que está casado con la hija del dueño del bufete donde trabaja, una mujer llamada Hilda, a la que Rumpole se refiere como Ella La Que ha de ser Obedecida. Hijo de un reverendo que perdió la fe, nuestro antihéroe con toga desconfía de los sacerdotes a quienes tiene por testigos poco recomendables. “Si a la defensa se le ocurre llamar a un clérigo para que preste declaración, les garantizo que lo único que conseguirá el pobre será añadir, como mínimo, un año más a la sentencia”, asegura.

Cada uno de los seis relatos -el de Rumpole y la sociedad alternativa me ha resultado singularmente divertido- está impregnado por el indiscutible tono “british” que da al conjunto un toque clásico y conservador, pero que no escapa al sarcasmo y a la ironía con la que Mortimer describe la hierática, en ocasiones, e histriónica, en otras ocasiones, sociedad inglesa. Té y clarete a partes iguales en este libro que combina intriga y humor y que funciona, narrado en primera persona, como unas memorias. Rumpole, que de alguna manera proyecta dónde será recordado, sabe que más que en los juzgados, donde sabe que de verdad es una leyenda es en el bar Pommeroy y en las celdas de la prisión de Brixton.

Un personaje tan singular como Rumpole solo podía surgir de la mirada de un escritor sarcástico, comprometido y crítico. John Mortimer fue hijo de un abogado prestigioso y él mismo, tras cursar estudios de leyes en Oxford, se dedicó al ejercicio del Derecho y llegó a convertirse en uno de los grandes defensores de la libertad de expresión de su país. Entre sus clientes se contaban figuras tan variopintas como la actriz porno Linda Lovelace o el mítico grupo punk The Sex Pistols. Fue -parece inevitable- un infatigable enemigo de Margaret Thatcher. Además de los libros de Rumpole, un personaje inspirado en su padre (y posiblemente en sí mismo), Mortimer firmó una obra prolija y trabajó también en la televisión. “Socialista de champán”, como él mismo se definía, amante de los placeres de la vida, tuvo un turbulento matrimonio con Penelope Mortimer en el que el escritor no destacó por su fidelidad. Ella contó su historia en el libro El devorador de calabazas que fue publicado por Impedimenta también en 2014.

Txani Rodríguez

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